Oraciones Personales
"La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios."
San Pío de Pietrelcina
El Santo Rosario
Recomendaciones
Meditamos en el corazón, como María. Con ella vamos a Jesús para entregamos al Padre.
A medida que decimos las oraciones vocales, vamos pensando en los principales
misterios de nuestra Redención.
Según la tradición, la reflexión de los misterios es la parte del rosario que la
Virgen le explicó a Sto. Domingo con mucho cuidado. Cuando pensamos en Jesús,
meditando los misterios
de la revelación, profundizamos nuestra fe y valoramos lo que El ha hecho por
nosotros. La mejor forma de lograr esa meditación es hacerla con Su Santísima Madre,
la Virgen María. Empezamos
a comprender, a la vez, el gran papel que juega María en nuestra Redención. Los
misterios del rosario nos acercan más a Jesús y a María.
Oracióne iniciales
Señal de la cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de la santisima virgen María tu amadísima esposa (3 veces).
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo;
nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado,
muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió
a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de
venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Cierre sus ojos un instante y recuerde
todas las cosas (hechos, palabras,
pensamientos, omisión) con que ha ofendido
al Señor. Profundamente arrepentido diga:
¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador Padre y Redentor mío;
por ser vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón
haberte ofendido
y no haberte amado. Propongo firmemente no volver a pecar, confesarme y cumplir la
penitencia que me fuere impuesta. Te ofrezco mi vida, obras y trabajos, en
satisfacción de todos
mis pecados. Así como os lo suplico, así espero y confío, que en vuestra bondad y
misericordia infinita me los perdonaréis y me daréis gracia para enmendarme y para
perseverar en
vuestro santo servicio, hasta el fin de mis días. Amén.
Ofrecimiento del Rosario
- En honor y gloria a la Santísima Trinidad.
- En agradecimiento por los beneficios recibidos.
- Por las Benditas Almas del Purgatorio
- Por el Papa y la Santa Madre Iglesia Católica; por los sacerdotes y en especial por el sacerdote que hemos adoptado.
- En expiación y reparación por todos nuestros pecados y los del mundo entero.
- Por la conversión de los pecadores y por nuestro Celo Apostólico.
- Por los agonizantes, encarcelados y enfermos.
- Para pedir las virtudes de la humildad, pureza, obediencia, fidelidad,sabiduria, oración y la caridad.
- Por todos directores y futuros directores de nuestra comunidad.
- Por la paz del mundo y en especial, la de nuestro país.
- Por la perseverancia de los que han sido evangelizados para que el Señor les infunda Celo Apostólico y suscite vocaciones santas.
- Por todos los servidores públicos y gobernantes.
- Por las intenciones del Inmaculado Corazón de María y súplicas e intenciones personales.
1. Misterios Gozosos (Lunes Y Sábado)
1. La Encarnación del Hijo de Dios
(Lucas 1, 26-38) “Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel
Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le
dijo:
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué significaría
aquel saludo. El ángel le dijo:
No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir
en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será
grande y será
llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.
María respondió al ángel:
¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?
El ángel le respondió:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira,
también Isabel,
tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de
aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.
Dijo María:
He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. palabra.”
1 Padre Nuestro, 10
Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
2.La Visita de María a Santa Isabel
(Lucas 1, 39-56) “ En aquellos días, se puso en camino María y
se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa
de Zacarías
y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el
niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos:
"Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a
mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la
voz de tu saludo,
saltó de gozo el niño en mi seno. Feliz la que ha creído que se cumplirían las
cosas que le fueron dichas de parte del Señor!"
Y dijo María:
"Alaba mi alma la grandeza del Señor
y mi espíritu se alegra en Dios
mi salvador
porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por eso
desde ahora
todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi
favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre
y su misericordia
alcanza de generación
en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó
a los de corazón altanero.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a
los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos
vacías.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
como había anunciado
a nuestros padres en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos."
María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa. ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
3.El Nacimiento del Niño Jesús
(Lucas 2, 1-20) “ Por aquellos días salió un edicto de César
Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento
tuvo lugar siendo
gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la
ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
para empadronarse
con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban allí, se le
cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, le
envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban
por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la
gloria del Señor
los envolvió en su luz y se llenaron de temor.
El ángel les dijo:
"No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el
pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo
Señor; y esto os
servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre."
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que
alababa a Dios diciendo:
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes
él se complace."
Cuando los ángeles los dejaron y se fueron al cielo, los pastores se decían
unos a otros:
"Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado."
Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en
el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y
todos los que
lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su
parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se
volvieron glorificando
y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había
dicho.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
4.La Presentación de Jesús en el templo
(Lucas 2, 22-35) “Cuando se cumplieron los días en que debían
purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para
presentarle al Señor,
como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al
Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a
lo que se
dice en la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y
piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
El Espíritu
Santo le había revelado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo
del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres
introdujeron al niño Jesús,
para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a
Dios diciendo:
"Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en
paz;
porque han visto mis ojos tu salvación,
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
luz para
iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel."
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les
bendijo y dijo a María, su madre:
"Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo
de contradicción ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que
queden al descubierto
las intenciones de muchos corazones." ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
5.El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
(Lucas 2, 41-52) “Sus padres iban todos los años a Jerusalén a
la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre
a la fiesta.
Al volverse ellos pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin
saberlo su padres. Creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de
camino, y le buscaban
entre los parientes y conocidos; pero, al no encontrarle, se volvieron a
Jerusalén en su busca.
Al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas; todos los que le oían, estaban
estupefactos
por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron quedaron sorprendidos y
su madre le dijo:
"Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando."
Él les dijo:
"Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi
Padre?"
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos, vino a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en
estatura y en gracia
ante Dios y ante los hombres.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
2.Misterios Luminosos (Jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán
(Mt 3,13-17) “Por entonces se presentó Jesús, que venía de
Galilea al Jordán, a donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de
impedírselo y
le decía:
«Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y vienes tú donde mí?»
Jesús le respondió:
«Deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia ante Dios.»
Entonces le dejó.
Una vez bautizado Jesús, salió del agua. En esto se abrieron los cielos y
vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él. Y una voz
que salía de
los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.»”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
2.La Autorevelación de Jesús en las bodas de Caná
(Jn 2,1-11) “ Tres días después se celebraba una boda en Caná
de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fueron invitados también a la boda
Jesús y sus
discípulos. Al quedarse sin vino, por haberse acabado el de la boda, le dijo a
Jesús su madre:
«No tienen vino.»
Jesús le respondió:
«¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
Pero su madre dijo a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga.»
Había allí seis tinajas de piedra, destinadas a las purificaciones de los
judíos, de dos o tres medidas cada una. Jesús les dijo:
«Llenad las tinajas de agua.»
Ellos las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora les dijo y llevadlo al
maestresala.»
Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino,
como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí
que lo sabían),
llamó al novio y le dijo:
«Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el
inferior. Tú, en cambio, has reservado el vino bueno hasta ahora.»
Éste fue el comienzo de los signos que realizó Jesús, en Caná de Galilea;
así manifestó su gloria y creyeron en él sus discípulos. ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
3.El Anuncio del Reino de Dios invitando a la Conversión
(Mt 5,1-48) “Viendo a la muchedumbre, subió al monte y se
sentó. Sus discípulos se le acercaron. Entonces, tomando la palabra, les
enseñaba así:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados.
Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que
trabajan por
la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan, y cuando, por mi
causa, os acusen en falso de toda clase de males. Alegraos y regocijaos, porque
vuestra recompensa
será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros.
«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se
la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por
los hombres.
«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en
la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del
celemín, sino
en el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y alaben
a vuestro Padre
que está en los cielos.
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a
abolirlos, sino a darles cumplimiento. Os aseguro que, mientras duren el cielo y
la tierra, no
dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda.
Por tanto, el que no dé importancia a uno de estos mandamientos más pequeños y
así lo enseñe
a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que
los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas
y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás, pues el que mate
será reo ante el tribunal. Pues yo os digo que todo aquel que se encolerice
contra su hermano
será reo ante el tribunal; el que llame a su hermano "imbécil" será reo ante el
Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’ será reo del fuego del infierno.
Entonces, si al momento de presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de
que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y
vete primero
a reconciliarte con tu hermano. Luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él de camino,
no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en
la cárcel.
Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último
céntimo.
«Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo que todo
el que mira con deseo a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de tropiezo, sácatelo y arrójalo
de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu
cuerpo sea arrojado
a la Gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, córtatela y
arrójala de ti; te conviene que se pierda uno de tus miembros, antes que todo tu
cuerpo vaya al infierno.
«También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.
Pero yo os digo que todo aquel que repudia a su mujer excepto en caso de
fornicación la hace
ser adúltera; y el que se case con una repudiada comete adulterio.
«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que
cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno:
ni por el
Cielo, porque es el trono de Dios; ni por la Tierra, porque es el estrado de sus
pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por
tu cabeza,
porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Limitaos a
decir: ‘Sí, sí’ ‘no, no’, pues lo que pasa de aquí proviene del Maligno.
«Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo
que no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha
ofrécele también
la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también
el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida
da, y no vuelvas
la espalda al que desee que le prestes algo.
«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues
yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que
seáis hijos
de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover
sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais
a tener?
¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros
hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los paganos?
Vosotros, pues,
sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
4.La Transfiguración del Señor
(Mt 17,1-13) “ Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro,
a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se
transfiguró delante
de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron
blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban
con él. Tomó
Pedro la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, está bien que nos quedemos aquí. Si quieres, haré aquí tres
tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra,
y salió de la nube una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me
complazco; escuchadle.»
Al oír esto los discípulos, cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas
Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo:
«Levantaos, no tengáis miedo.»
Ellos alzaron sus ojos y no vieron a nadie más que a Jesús.
Cuando
bajaban del monte, Jesús les ordenó:
«No contéis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado
de entre los muertos.» Sus discípulos le preguntaron:
«¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?»
Respondió él:
«Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo,
que Elías vino ya, pero no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto
quisieron. Así también
el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.»
Entonces los discípulos entendieron que se refería a Juan el Bautista.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
5.La Institución de la Santa Eucaristía
(Mt 26,26-29 - Juan
6,53-56) “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo
partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo:
«Tomad, comed, éste es mi cuerpo.»
Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó diciendo:
«Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no
beberé de este producto
de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de
mi Padre.»
Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del
hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi
carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí,
y yo en él. ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
3.Misterios Dolorosos (Martes Y Viernes)
1.La Oración de Jesús en el Huerto
(Lc 22,39-48) “Luego salió Jesús y, como de costumbre, fue al
monte de los Olivos. Los discípulos le siguieron. Llegado al lugar, les dijo:
«Pedid que no caigáis en tentación.»
Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba así:
«Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya.»
Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y
sumido en agonía, insistía más en su oración.
Su sudor se hizo como gotas
espesas de sangre
que caían en tierra.
Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró
dormidos por la tristeza. Les dijo:
«¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en
tentación.»
Estaba todavía hablando, cuando se presentó un grupo, encabezado por el
llamado Judas, uno de los Doce, que se acercó a Jesús para darle un beso.
Jesús le dijo:
«¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!» ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
2.La Flagelación del Señor
(Mc 15,6-15) “Durante la Fiesta, Pilatos les concedía la
libertad de un preso, el que pidieran. Había uno, llamado Barrabás, que estaba
encarcelado con aquellos
sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. Subió la gente* y se
puso a pedir lo que les solía conceder. Pilato les contestó:
«¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
(pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes lo habían entregado por
envidia). Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que pidiesen más bien
la libertad
de Barrabás.
Pilato insistió:
«¿Y qué voy a hacer con el que llamáis el rey de los judíos?»
La gente volvió a gritar:
«¡Crucifícalo!»
Pilato les dijo:
«Pero ¿qué mal ha hecho?»
Mas ellos gritaron con más fuerza:
«¡Crucifícalo!»
Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás. Y a
Jesús, después de azotarle, lo entregó para que fuera crucificado.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
3.La Coronación de espinas
(Mt 27,27-31) “Entonces los soldados del procurador llevaron
consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Lo
desnudaron y le
echaron encima un manto de púrpura; trenzaron una corona de espinas y se la
colocaron en la cabeza, y le pusieron en la mano derecha una caña; después,
doblando la rodilla
delante de él, le hacían burla, diciendo:
«¡Salve, Rey de los judíos!»
y, tras escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se
hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo
llevaron a crucificarlo.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
4.Jesús con la Cruz a cuestas
(Lc 23,26-31) “Cuando lo llevaban, echaron mano de un cierto
Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara
detrás de Jesús.
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se
lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo:
«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por
vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles,
las entrañas
que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a
los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Sepultadnos! Porque si hacen
esto con el
leño verde, ¿qué no se hará con el seco? ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
Se rezan las siguientes
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
5.La Crucifixión del Señor
(Lc 23,32-46) “Llevaban además a otros dos malhechores para
ejecutarlos con él. La Crucifixión. Llegados al lugar llamado Calvario, lo
crucificaron allí
junto con los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
Los soldados se repartieron sus vestidos, echándolos a suertes. La gente
estaba mirando. Los magisrados, por su parte, hacían muecas y decían:
«Ha salvado a otros; que se salve a sí mismo si es el Cristo de Dios, el
Elegido.»
También los soldados se burlaban de él; se acercaban, le ofrecían vinagre y
le decían:
«Si tú eres el rey de los judíos, ¡sálvate!»
Había encima de él una inscripción: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores colgados le insultaba:
«¿No eres tú el Cristo? ¡Pues sálvate a ti y a nosotros!»
Pero el otro le increpó:
«¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con
razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada
malo ha hecho.»
Y le pedía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
Jesús le contestó: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
Era ya cerca de la hora sexta, cuando se oscureció el sol y toda la tierra
quedó en tinieblas hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio
y Jesús, dando
un fuerte grito, dijo:
«Padre, en tus manos pongo mi espíritu.» Y, dicho esto, expiró.”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
4.Misterios Gloriosos (Miércoles Y Domingo)
1.La Resurrección del Señor
(Mc 16, 1-18) “Pasado el sábado, María Magdalena, María la de
Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarlo. Y muy de madrugada,
el primer día
de la semana, a la salida del sol, fueron al sepulcro. Se decían unas a otras:
«¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
Pero, al alzar la mirada, vieron que la piedra estaba ya retirada; y eso
que era muy grande. Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado en el
lado derecho, vestido
con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dijo:
«No os asustéis; sé que buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Pero ha
resucitado, ya no está aquí. Ved el lugar donde lo pusieron. Id, sin embargo, a
decir a sus
discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como
os dijo.»
Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se
había apoderado de ellas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció
primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a
comunicar la noticia
a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír
que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos, cuando iban
de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco
creyeron
a éstos.
Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les
echó en cara su incredulidad y su cerrazón de mente, por no haber creído a
quienes le habían
visto resucitado. Luego les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no
crea, se condenará.
Éstos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán
demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y,
aunque beban veneno,
no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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jaculatorias
María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
2.La Ascensión del Señor al Cielo
(Hch 1,3-11) “A estos mismos , después de su pasión, se les
presentó dándoles pruebas de que vivía, dejándose ver de ellos durante cuarenta
días y hablándoles
del Reino de Dios.
Mientras estaba comiendo con ellos, les ordenó: «No os vayáis de Jerusalén,
sino aguardad la Promesa del Padre, que oísteis de mí. Porque Juan bautizó con
agua, pero
vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de pocos días.»
Ellos, en cambio, estando reunidos, preguntaron a Jesús:
«Señor, ¿va a ser ahora cuando restablezcas el Reino a Israel?»
Él les contestó: «No es cosa vuestra conocer el tiempo y el momento que el
Padre ha fijado con su propia autoridad; al contrario, cuando el Espíritu Santo
venga sobre
vosotros, recibiréis una fuerza que os hará ser mis testigos en Jerusalén, en
toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra».
Dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a sus
ojos. Mientras ellos estaban mirando fijamente al cielo, viendo cómo se iba, se
les presentaron
de pronto dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:
«Galileos, ¿por qué permanecéis mirando al cielo? Este Jesús, que de entre
vosotros ha sido llevado al cielo, volverá tal como lo habéis visto marchar». ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
3.La Venida del Espíritu Santo
(Hch 2,1-13) “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos con un mismo objetivo. De repente vino del cielo un ruido como una
impetuosa ráfaga
de viento, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron
unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de
ellos. Entonces
quedaron todos llenos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas
lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que
hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido, la gente se congregó y se llenó de
estupor, porque
cada uno les oía hablar en su propia lengua. Estupefactos y admirados, decían:
«¿Acaso no son galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno
de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Aquí estamos partos,
medos y elamitas;
hay habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia,
Panfilia, Egipto y la parte de Libia fronteriza con Cirene; también están los
romanos residentes aquí,
tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes. ¿Cómo es posible que les
oigamos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios?»
Todos estaban estupefactos y perplejos, y se decían unos a otros:
«¿Qué significa esto?»
Otros, en cambio, decían riéndose:
«¡Están
repletos de vino!»”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
4.La Asunción de la Virgen María al Cielo
(Ct 2,3-14) “Mi amado es, entre los hombres,
como un
manzano entre los árboles del bosque.
¡Qué agradable es sentarme a su sombra!
¡Qué dulce me sabe su fruta!
Me llevó a la sala de banquetes
y sus miradas para mí fueron de amor.
¡Reanímenme con tortas de pasas,
aliméntenme con manzanas,
porque me muero de amor! ¡Que ponga él su
izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!
Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de
mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los
montes,
viene saltando por las colinas.
Mi amado es como un venado:
como un
venado pequeño.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
asomándose a la
ventana, espiando a través de la reja!
Mi amado me dijo:
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
Ya han
brotado flores
en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar,
ya se escucha en
nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos
esparcen su aroma.
»Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
»Paloma mía, que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos
escondites,
déjame ver tu rostro,
déjame escuchar tu voz.
¡Es tan agradable el verte!
¡Es tan dulce el escucharte!» ”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
5.La Coronación de la Santísima Virgen María
(Ap 12,1; Cant 6,10) “Apareció en el cielo un signo
sorprendente: una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona
de doce estrellas en
la cabeza.
¿Quién es ésta que se asoma como el sol en la mañana? Es hermosa como la
luna, radiante como el sol, ¡imponente como un ejército en marcha!”
1 Padre Nuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria
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María es Madre de gracia y Madre de misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos Madre Nuestra.
Sea amado y adorado en todo momento Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno,
lleva al Cielo a todas las almas y especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia!
El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a la Reina
Celestial. Ven divina voluntad, ven a reinar en los corazones de Lazos de Amor
Mariano y en los del
mundo entero.
Amén.
6.Oraciones Finales
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria por las intenciones del Santo Padre Francisco y para ganar las indulgencias de este Santo Rosario.
Almas Benditas del Purgatorio quién las pudiera aliviar, que Dios las saque de penas
y las lleve a descansar.
Padre nuestro y Avemaría
Concédele Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios, descansen
el paz. Amén
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra. Dios te salve a ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos
gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas. ¡Ea, pues, Señora abogada nuestra! Vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo Amén.
Oración a San José
San José, que tu poder se extienda sobre todas nuestras necesidades, tú puedes
hacer posible lo que parece imposible. Protege con paternal amor todas nuestras
familias e intereses.
Amén. San José, Padre adoptivo de Nuestro Señor Jesucristo y verdadero esposo de la
Santísima Virgen María, ruega por nosotros y por los agonizantes de esta noche. Amén.
San José varón
prudente y justo, intercede por nosotros ante el Santo de los Santos, La Trinidad
Santísima. Amén.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel defiéndenos en la pelea. Sé nuestro amparo contra la maldad y
las asechanzas del demonio. ¡Reprímele Oh Dios como rendidamente te lo suplicamos! Y
tú, Príncipe
de las Milicias Celestiales, armado del Poder Divino, Precipita al Infierno a Satanás
y todos los espíritus malignos que para la perdición de las almas, vagan por el mundo.
San Miguel
Arcángel, con tu luz ilumínanos, San Miguel Arcángel con tus alas protégenos, San
Miguel Arcángel con tu espada defiéndenos. Amén.
Oración al Ángel de la guarda
Santo Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de
día, hasta que me pongas en el cielo en paz y alegría, junto con todos los santos, con
Jesús, José
y María a quienes doy el corazón y el alma mía. Amén.
Bendición final
Contigo voy virgen pura y en tu poder voy confiado, pues yendo en ti amparado mi
alma volverá segura. Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes; ven
con nosotros
a todas partes y solos nunca nos dejes y ya que nos amas tanto como verdadera madre
haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Vía crucis
Promesas y Recomendaciones
Es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior resurrección. Literalmente, via crucis significa "camino de la cruz". Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. Dicho camino se representa mediante 15 imágenes de la Pasión que se llaman "estaciones". Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta el Calvario.
¿Cuáles son las promesas de Jesucristo a los devotos del via crucis?
A la edad de 18 años, Estanislao, joven español, ingresó al noviciado de los “Hermanos de las escuelas cristianas" , en Bugedo (Burgos, España). En la vida religiosa, este joven tomó los votos de religión que son: el cumplimiento de los reglamentos, avanzar en la perfección cristiana; y alcanzar el amor puro. En el mes de octubre de 1926, este hermano se ofreció a Jesús por medio de María Santísima. Poco después de haber hecho esta donación heroica de sí mismo, el joven religioso enfermó y meses después, murió. Fue en marzo de 1927.
Según el maestro de novicios, Estanislao era un alma escogida de Dios que recibía mensajes del cielo. Sus confesores y teólogos reconocieron estos hechos sobrenaturales como actos insignes. Su director espiritual le había ordenado escribir todas las promesas transmitidas por Nuestro Señor, entre otras las relacionadas con los devotos del via crucis.
Promesas para los devotos del Via Crucis
1.- Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Via Crucis.
2.- Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Via
Crucis.
3.- Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la
hora de la muerte.
4.- Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y
más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción
al Via Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados
mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
5.- Los que acostumbran rezar el via crucis frecuentemente, gozarán de una gloria
extraordinaria en el cielo.
6.- Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de
ese
lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.- Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Via Crucis; y mi bendición les
acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta
bendición en el Cielo,
por toda la eternidad.
8.- A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio.
Al
espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar
tranquilamente en mis brazos.
9.- Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a
cada
una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
10.- Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el via crucis con
frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11.- Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que
me honran, con el rezo frecuente del via crucis.
12.- Los devotos del via Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia
de jamás cometer un pecado mortal.
13.- En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al
cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el
rezo
del via Crucis
14.- Para estos devotos del viacrucis, Mi alma será un escudo de protección que
siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí..
Oración inicial
Señor mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.
1. Primera Estación
Jesús sentenciado a muerte
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinos, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.
ADORADO Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que os sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, os suplico me asistáis en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad. Os amo, ¡ oh Jesús mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mi como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
2.Segunda Estación
Jesús es cargado con la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.
AMABILÍSIMO Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la muerte, y os ruego, por los méritos de la pena que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
3.Tercera Estación
Jesús cae la primera vez debajo de la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.
AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mio !, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
4.Cuarta Estación
Jesús encuentra a su afligida madre
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y Maria, y sus miradas fueran otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.
AMANTÍSIMO Jesús mío: por la pena que experimentasteis en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de vuestra Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con vuestra intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de vuestro Hijo. Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
5.Quinta Estación
Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero.
DULCÍSIMO Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengáis destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y os la ofrezco. Vos habéis querido morir por. mi amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros gusto; ayudadme con vuestra gracia. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
6.Sexta Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo la devota mujer Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.
AMADO Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro era hermosísimo; mas en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡ Ah Señor mío, también mi alma quedó hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la he desfigurado después con mis pecados. Vos sólo, ¡ oh Redentor mío!, podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo por los méritos de vuestra Pasión. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
7. Séptima Estación
Jesús cae la segunda vez con la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.
Oh pacientísimo. Jesús mio. Vos tantas veces me habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en vuestra gracia hasta la muerte. Haced que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Vos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
8.Octava Estación
Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimosa estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestras hijos.
AFLIGIDO Jesús mío: lloro las ofensas que os he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que os he dado a Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que me hace llorar mis pecados. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
9.Novena Estación
Jesús cae por tercera vez
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.
ATORMENTADO Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisisteis padecer en vuestro camino al Calvario, dadme la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar vuestra amistad. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
10.Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile:
INOCENTE Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para, que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan digno sois de ser amado. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
11.Undécima Estación
Jesús es clavado en la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor, sobre aquel patíbulo infame.
Oh despreciado Jesús mío. Clavad mi corazón a vuestros pies para que quede siempre ahí amándoos y no os deje más. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido: no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez: haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
12.Duodécima Estación
Jesús muere en la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expía en la Cruz.
Oh Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz en que por mí habéis muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la vuestra es mi esperanza. Ea, pues. Señor, por los méritos de vuestra santísima muerte, concededme la gracia de morir abrazado a vuestros pies y consumido por vuestro amor. En vuestras manos encomiendo mi alma. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
13.DécimaTercera Estación
Jesús es bajado de la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos. José y Nicodemo, y le depositaran en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.
Oh Madre afligida. Por el amor de este Hijo, admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir por mí, recibidme en el número de los que os aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Vos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
14.Décima Cuarta Estación
Jesús es colocado en el sepulcro
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar o Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.
OH Jesús mío. Beso esa losa que os encierra. Vos resucitasteis después de tres días; por vuestra resurrección os pido y os suplico me hagáis resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eterna-mente con Vos en la Gloria, amándoos y bendiciéndoos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mio!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
15.Décima Quinta Estación
La resurrección de Jesús
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Por las veces que he hecho vana mi fe al creer en mitos que van en contra de tu Resurrección. Por las veces en que olvido que si no muero a mí mismo, Jesús, no podré resucitar contigo.
Señor mío Jesucristo, que con tu Pasión y Muerte diste vida al mundo, líbranos de todas nuestras culpas y de toda inclinación al mal, concédenos vivir apegados a tus Mandamientos y jamás permitas que nos separemos de Ti. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Oraciones del Consagrado
Para pedir el amor de Jesucristo
“No espere alcanzar misericordia de Dios quien ofenda a su Madre bendita”. Para alcanzar de tu misericordia, una verdadera devoción hacia tu Santísima Madre y difundir esta devoción por toda la tierra, concédeme amarte ardientemente y acepta para ello la súplica inflamada que te dirijo con San Agustín y tus verdaderos amigos:
“Tú eres, Oh Cristo,
mi Padre Santo, mi Dios Misericordioso,
mi Rey Poderoso, mi Buen Pastor,
mi Único Maestro, mi Mejor Ayuda,
mi Amado Hermosísimo, mi Pan Vivo,
mi Sacerdote por la Eternidad,
mi Guía hacia la Patria,
mi Luz Verdadera, mi Dulzura Santa,
mi Camino Recto, mi Sabiduría Preclara,
mi Humilde Simplicidad, mi Concordia Pacífica,
mi Protección Total, mi Rica Heredad,
mi Salvación Eterna…
¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo! ¿Por qué habré deseado durante la vida algo fuera de ti, mi Jesús y mi Dios? ¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en ti?
Anhelos todos de mi corazón, inflámense y desbórdense desde ahora hacia el Señor Jesús; corran, que mucho se han retrasado, apresúrense hacia la meta, busquen a quien buscan.
¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te ame! ¡Rebose de amargura quien no te quiera!
¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza, te ame, se deleite en ti, se admire ante ti! ¡Dios de mi corazón! ¡Herencia mía, Cristo Jesús! ¡Desfallezca el latir de mi corazón! Vive, Señor, en mí; enciéndase en mi pecho la viva llama de tu amor, acrézcase en incendio; arda siempre en el altar de mi corazón, queme en mis entrañas, incendie lo íntimo de mi alma, y que en el día de mi muerte comparezca yo del todo perfecto en tu presencia. Amén”.
Consagración de sí mismo a Jesucristo la sabiduría encarnada por medio de María
¡Oh Jesús! Sabiduría eterna y encarnada, te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, en el tiempo de tu Encarnación.
Te agradezco que hayas venido al mundo -hombre entre los hombres y servidor del Padre- para librarme de la esclavitud del pecado.
Te alabo y glorifico porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo tuyo.
Desgraciadamente, no he guardado las promesas y compromisos de mi bautismo, no soy digno de llamarme hijo de Dios.
Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda, el perdón de mis pecados y una continua unión contigo, Sabiduría encarnada.
Te saludo, pues, Oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría eterna, para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra; a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores, todos experimentan tu gran misericordia.
Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total:
Consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy, en tus manos, mis compromisos bautismales.
Renuncio a Satanás, a sus seducciones y a sus obras y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz con Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre.
En presencia de toda la Iglesia, te reconozco ahora por mi Madre y Soberana. Te ofrezco y consagro mi persona, mi vida y el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras. Dispón de mí y de cuanto me pertenece para la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.
Madre del Señor, acepta mi oblación y preséntala a tu Hijo; si Él me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano el don total de mí mismo. Que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta vital a la misión que Dios te ha confiado en la historia de la salvación.
Madre de misericordia, alcánzame la verdadera sabiduría de Dios y hazme plenamente disponible a tu acción maternal.
Oh Virgen fiel, haz de mí un auténtico discípulo de tu Hijo, la Sabiduría encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo, en la tierra, y a la gloria del cielo. Amén.
Oración de Confianza
Acepta, querida Madre y Reina mía, toda mi persona y cuanto con la gracia de tu querido Hijo he podido hacer de bueno.
Yo mismo no soy capaz de conservarlo dada mi debilidad e inconstancia, ¡y la forma en que me combaten continuamente mis enemigos espirituales!
Veo todos los días caer por tierra los cedros del Líbano, y convertirse en aves nocturnas las águilas que volaban en torno al sol.
Mil justos caen a mi izquierda; diez mil a mi derecha… (Sal. 91, 7). Más yo confío en ti mi poderosa y más que poderosa Madre:
Tenme que no caiga; conserva mis bienes, que no me saqueen; protege en mí la vida divina.
¡Defiende a quien a ti se ha consagrado! Yo te conozco bien y en ti confío: eres la Virgen fiel a Dios y a los hombres, que no dejas perder nada de cuanto a ti se confía; eres la Virgen Poderosa: nadie podrá hacerte daño ni perjudicar tampoco a los que tú amas. Amén.
Oración a Jesucristo
Gracias, Señor Jesucristo, por haberme concedido la gracia de consagrarme a María.
Ella será mi socorro, que levantándome de mi propia miseria, me introducirá más y más profundamente en tu amistad.
Ay, Señor, débil como soy, sin Ella ya hubiera naufragado en mis pecados. ¡Sí, María me hace falta ante ti y en todas partes!
Con Ella, en cambio me libraré del pecado y de sus consecuencias y podré acercarme a ti, dialogar contigo y agradarte en todo; aceptar radicalmente tu Evangelio, salvarme e irradiar tu amor y salvación a mis hermanos.
¡Cómo quisiera, oh Jesús, publicar ante todas las criaturas tu gran misericordia a favor mío! Y hacer que todo el mundo conozca, que a no ser por María, hace tiempo estaría yo condenado ¡y agradecerte dignamente este favor!
¡María está conmigo! ¡Qué tesoro tan precioso! ¡Qué alegría tan inmensa!
Pero Señor, amor con amor se paga: qué ingratitud la mía si no me consagrara a Ella totalmente.
Salvador mío amadísimo: antes morir que vivir sin Ella mil y mil veces como, Juan ante la Cruz (Jn 19, 27) he aceptado a María como tu don más precioso, y ¡cuántas veces me he consagrado a Ella, aunque todavía con tanta imperfección!
Por ello quiero ahora, con la madurez y disponibilidad que esperas de mí, consagrarme a Ella nuevamente.
Arranca de mi ser cuanto no pertenezca a tan augusta Reina: pues, si no es digno de Ella, tampoco es digno de ti.
Al Espíritu Santo
Oh Espíritu Santo, ayúdame a cumplir mi compromiso, concédeme todas las gracias; planta y cultiva en mí el árbol de la vida verdadera que es la amabilísima María para que crezca y dé flores y frutos abundantes.
Oh Espíritu Santo, concédeme amar y venerar a María tu esposa fidelísima, apoyarme en su amparo maternal y recurrir a Ella confiadamente en toda circunstancia. Forma con Ella en mí a Jesucristo hasta la plena madurez espiritual (cf. Ef. 4,13). Amén.
A María
¡Oh María, Hija predilecta del Padre, Madre admirable del Hijo, Esposa fidelísima del Espíritu Santo!
Tú eres mi Madre espiritual, mi admirable maestra y soberana, mi gozo, mi corona, mi corazón y mi alma.
Tú eres toda mía por bondad del Señor y yo te pertenezco por justicia.
Más, aún no soy tuyo cuanto debo: por ello, hoy me consagro a ti en disponibilidad plena y eterna, comprometiéndome a arrancar de mí cuanto desagrade a mi Dios y a plantar, levantar y producir todo lo que tú quieras.
Que la luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu, que tu humildad profunda sustituya a mi orgullo, que tu contemplación contenga a mi alocada fantasía, que tu visión no interrumpida de Dios llene con su presencia mi memoria, que el fuego de tu ardiente caridad incendie la tibieza y frialdad de mi pecho, que mis pecados cedan el paso a tus virtudes y el fulgor de tu gracia me acompañe al encuentro con Dios.
Madre mía amadísima, alcánzame la gracia de no tener más espíritu que el tuyo para conocer a Jesús y su Evangelio; más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; más corazón que el tuyo para amar a Dios como tú lo amas.
No te pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni consuelos aún espirituales.
Para ti, el ver claro sin tinieblas ni dudas; para ti, el saborear el gozo pleno; para ti, el triunfar junto a tu Hijo; para ti, el dominar cielos y tierra y humillar los poderes del maligno; para ti, el difundir como tú quieras los dones del Altísimo.
Esta es tu mejor parte, que no te será nunca arrebatada y me llena de gozo el corazón.
Para mí solamente gozarme en tu alegría, seguirte en tu camino, creer confiado solamente en Dios, sufrir con alegría cerca a Cristo, morir al egoísmo cada día, colaborar contigo para salvar al mundo.
Te pido solamente poder decir tres veces Amén, en todos los momentos de mi vida:
Amén a cuanto hiciste en este mundo, Amén a cuanto hoy haces en el cielo, Amén a cuanto ahora haces en mi alma, para que en ella Cristo sea glorificado en plenitud, en el tiempo y en la eternidad.
Ven, Espíritu Creador
Ven, Espíritu Creador,
nuestras almas visita
y tu gracia infinita
infunde al corazón.
Tú eres el abogado,
don de Dios, viva fuente,
fuego y amor ardiente
y espiritual unción.
Fuente de siete Dones,
mano de Dios abierta,
del Padre rica oferta,
hálito inspirador.
Infúndenos tu lumbre
y con tu viva llama
el corazón inflama,
dale fuerza y vigor.
Aleja al enemigo
danos paz y victoria,
guíanos a la gloria,
Divino defensor.
Obtennos conocerte,
Espíritu Divino
vivir en ti, Dios Trino,
y disfrutar de tu Amor.
Amén.
Oh Santa María
Oh Santa María
de mares estrella,
Virgen de Dios Madre
y del cielo puerta.
Retomando el Ave
que Gabriel te diera,
la paz corrobora
cambia el nombre de Eva.
Al ciego ilumina
y libra al cautivo,
ahuyenta los males
da bienes Divinos.
Haz ver que eres Madre,
por ti nuestras preces
reciba el que es tuyo
y ser nuestro quiere.
Bendita Señora
la más dulce y buena:
borrando el pecado,
endulza las penas.
Danos vida santa
y recto camino
para que en el cielo
veamos a tu Hijo.
Gloria al Padre Eterno,
Gloria a Jesucristo,
Gloria al Santo Espíritu
y Gloria a los tres.
Amén.
Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su Nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Amén.
Coronilla de alabanzas a María
V/. Dígnate aceptar mis alabanzas, Virgen Santísima.
R/. Dame fuerzas contra tus enemigos.
Corona de Excelencia
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
V/. Bienaventurada eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Señor y Creador
del mundo:
R/. Engendraste al que te formó, permaneciendo siempre virgen.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Oh Virgen Santa e Inmaculada, no sé con qué alabanzas honrarte dignamente
R/.Porque llevaste en tu seno al que no pueden contener los cielos.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Muy hermosa eres oh María
R/. No hay en ti mancha alguna.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Hay más virtudes en ti, Virgen María
R/. Que estrellas en el cielo.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
Gloria al Padre, y al Hijo...
Corona de Poder
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, Reina del universo
R/. Condúcenos contigo a la felicidad del Cielo.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, tesorera de las gracias del Señor
R/. Danos participar en los dones de
Dios.
V/. Regocíjate, Virgen María.
R/. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, mediadora entre Dios y los hombres
R/. Haz que sea más íntimo nuestro encuentro con Cristo.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, Triunfadora sobre las fuerzas del mal
R/. Se nuestra piadosa guía por los senderos del Evangelio.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
Gloria al Padre, y al Hijo...
Corona de Bondad
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, Refugio de los pecadores
R/. Intercede por nosotros ante el Señor.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, Madre de los hombres
R/. Enséñanos a vivir como hijos de Dios.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, Alegría de los justos
R/. Condúcenos contigo a las alegrías del cielo.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
* Dios te salve, María.
V/. Gloria a ti, prestísima ayuda nuestra en la vida y la muerte
R/. llévanos contigo al
reino de los cielos.
V. Regocíjate, Virgen María.
R. ¡Regocíjate mil veces!
Gloria al Padre, y al Hijo...
Oremos
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo, Templo augusto de la Santísima Trinidad.
Dios te salve, María, Señora mía, mi tesoro, mi belleza, Reina de mi corazón, Madre, vida, dulzura y esperanza mía queridísima, –más aún– mi corazón y mi alma.
Soy todo tuyo, Oh Virgen benditísima, y todo lo mío es tuyo.
More en mí tu alma para engrandecer al Señor, more en mí tu espíritu para regocijarme en Dios.
Oh Virgen fidelísima, ponte como un sello sobre mi corazón, para que en ti y por ti permanezca fiel al Señor.
Concédeme, por tu bondad, la gracia de contarme en el número de los que amas, enseñas, diriges, nutres y proteges como a hijos.
Haz que despreciando por tu amor todos los consuelos terrenos, aspire continuamente a los bienes celestiales, hasta que por medio del Espíritu Santo, tu Esposo fidelísimo, y de ti, Esposa suya fidelísima, sea formado en mí Jesucristo, tu Hijo, para gloria del Padre celestial.
Amén.
15 Oraciones de Santa Brígida por 1 año
Promesas y Recomendaciones
Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido
Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole: “Recibí en
Mi Cuerpo cinco mil,
cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.475 azotes (recordemos que fueron sesenta los
verdugos quienes lo azotaron, quienes se iban relevando. Pilato había prometido dejarlo
libre después
del castigo y los judíos sobornaron a los verdugos para que resultara muerto, pero Jesús
no moría y seguían azotándolo y azotándolo. Por ello se explica la cantidad de azotes
que recibió
y se podrán dar cuenta en las condiciones deplorables en que llevó la Cruz). Si queréis
honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15
veces el Ave
María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al terminar el año,
habréis venerado cada una de Mis Llagas”. (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a
la santa.)
Nota:
Posteriormente se le agregó el Gloria (a la Santísima Trinidad).
LAS PROMESAS
El Crucificado prometió a Santa Brígida los siguientes
privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Oficio
Divino. Y se garantizaban
también a todo aquel que diga las oraciones devotamente cada día por el espacio de un
año, las siguientes promesas:
1.- Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá el
grado máximo
de perfección.
2.- Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto
de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.
3.- Quince días antes de su
muerte le daré
mi precioso cuerpo a fin de que escape del hambre eterna; le daré a beber de mi preciosa
sangre para que no permanezca sediento eternamente.
4.- Libraré del purgatorio a 15
miembros de
su familia (algunas pueden ser del pasado, otras del presente y también del futuro)
5.- Quince miembros de su familia serán confirmados y preservados en gracia. (lo
mismo)
6.- Quince
miembros de su familia se convertirán. (lo mismo)
7.- Cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años, pero si
recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el Señor le
perdonaré todos sus
pecados.
8.- Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está
por morir (sin que la persona tenga el conocimiento que está por morir próximamente),
prolongaré su
existencia para que se confiese bien (confesión de vida)
9.- Obtendrá todo lo que
pida a Dios y a la Santísima Virgen.
10.- En cualquier parte donde esté diciendo las
oraciones, o
donde se digan, Dios estará presente con su gracia.
11.- Todo aquel que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables
méritos y su gloria será mayor en el Cielo.
12.- Por cada vez que se reciten estas
oraciones, se ganarán
100 días de indulgencia.
13.- Será liberado de la muerte eterna. (no se condenará)
14.- Goza de la promesa de que será contado entre los bienaventurados del
cielo.
15.- Lo defenderé contra las tentaciones del mal.
16.- Preservaré y
guardaré sus cinco sentidos.
17.- Lo preservaré de una muerte repentina.
18.- Yo
colocaré mi cruz victoriosa ante él para que venza a sus enemigos. (Satanás y sus
huestes)
19.- Antes de su muerte vendré con mi
amada Madre, la Santísima Virgen Inmaculada.
20.- Lo recibiré muy complacido y lo
conduciré a los gozos eternos. Y habiéndolo llevado allí, le daré de beber de la fuente
de mi divinidad;
cosa que no haré con los que no hayan recitado Mis oraciones.
21.- Se le asegura que
será colocado junto al Supremo Coro de los Santo Ángeles.
Para que se cumplan las promesas, se deben rezar las 15 oraciones (las quince
oraciones) todos los días durante un año completo. No se debe faltar. Si faltase por
alguna vez, se perderán
los PRIVILEGIOS (aunque vayan terminando el mes doce, ¿se saltaron un día? ¡No sirve!
Tienen tiempo, en caso de olvido, después de las 12:00 de la noche, hasta la madrugada,
antes del alba).
Se debería empezar de nuevo otra vez rezando las oraciones diariamente por el año
entero. Durante el año completo se rezan 5475 oraciones. Se debe rezar con devoción,
concentrando en las
palabras que se pronuncian. Las oraciones se rezan mentalmente, es decir se van leyendo.
Se rezan en forma individual; no son para ser rezadas en comunidad, cada persona las
debe rezar por
separado.
El papa Pio IX declaró conocimiento de estas oraciones. De esta manera, el Sumo
Pontífice admitió la autenticidad de esta plegaria para el bien de las almas; y firmó la
aprobación el
día 31 de mayo de 1862.
Oración inicial
Santa Brígida, te rogamos nos alcances del Señor, la perseverancia diaria para rezar estas oraciones por las Santas Llagas de Jesucristo. Tráenos de su Divina Misericordia el privilegio de meditarlas y su aprovechamiento espiritual. Intercede ante el Señor para que disfrutemos con gozo de las promesas que contienen, por mediación de Nuestra Santísima Madre. Amén.
1. Primera Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Jesús mío!, ¡oh, Eterna Dulzura para los que te amamos!, ¡oh, Gozo Supremo, que
supera todo gozo y deseo!, ¡oh, Salvación y Esperanza nuestra!, infinitas pruebas nos
habéis dado de que Vuestro
mayor Deseo es estar siempre con nosotros, y fue este Sublime Deseo, ¡oh, Bendito Amor!,
el que Os llevó a asumir la naturaleza humana. ¡Oh, Verbo Encarnado!, recordad aquella
Santa Pasión
que abrazasteis por nosotros para cumplir el Divino Plan de Reconciliación de Dios con
su criatura. Recordad, Señor, Vuestra Última Cena, cuando rodeado de Vuestros discípulos
y después de
haberles lavado los pies, les disteis Vuestro Precioso Cuerpo y Sangre. Recordad también
cuando tuvisteis que consolarlos al anunciarles Vuestra ya próxima Pasión.
Fue en el Huerto de los Olivos, ¡oh, Señor!, donde se escenificaron los peores
momentos de Vuestra Sagrada Pasión: porque fuisteis invadido por la más infinita de las
tristezas y por
la más dolorosa de las amarguras, que Os llevaron a exclamar, lleno de Horror y de
Angustia: "¡Mi Alma está triste hasta la muerte!"... Tres Horas duró Vuestra Agonía en
aquel jardín, y todo
el Miedo, Angustia y Dolor que padecisteis allí ¡fueron tan grandes! que Os causaron
sudar Sangre copiosamente. Aquello escapaba a toda descripción, hasta tal punto que
sufristeis más allí
que en el resto de Vuestra Pasión, porque ante Vuestros Divinos Ojos desfilaron aquellas
terribles visiones de los pecados que se cometieron desde Adán y Eva hasta aquellos
mismos instantes,
los pecados que se estaban cometiendo en aquellos momentos por toda la faz de la Tierra
y los que se cometerían en el futuro, ¡siglos enteros!, hasta la consumación de los
Tiempos.
Pero, ¡oh, Amor que todo lo vence!, a pesar de Vuestro Temor humano, así
contestasteis a Vuestro Padre: "¡No se haga mi voluntad, sino la Tuya!" E inmediatamente
Vuestro Padre envió
a aquel Precioso Ángel para confortaros. Tres veces orasteis, y al final llegó Vuestro
discípulo traidor, Judas. ¡Cuánto Os dolió aquello!
Fuisteis arrestados por el pueblo de aquella nación que Vos mismo habíais escogido
y exaltado. Tres jueces Os juzgaron, falsos testigos Os acusaron, cometiendo el acto más
injusto de
la historia de la Humanidad, ¡condenando a muerte a su Autor y Redentor!, ¡a Aquel que
venía a regalarnos la Vida Eterna!
Y Os despojaron de Vuestras vestiduras y Os cubrieron los Ojos... E inmediatamente
aquellos soldados romanos comenzaron a abofetearos y a llenaros de salivazos. Golpes
llovieron contra
Vuestro Delicado Cuerpo, y Os retaban a que les dijerais quién era el que Os lo hacía.
De repente, aquella Corona de Espinas Os la incrustaron, mutilando Vuestra Cabeza de
mala manera, ¡rompiendo
Carne, Venas y Nervios! Y para completar la mofa a Vuestra Condición de Rey, Os dieron
un cetro: una vulgar caña que colocaron en Vuestras Sagradas Manos.
¡Oh, Sublime Enamorado de nuestras almas!, recordad también cuando Os ataron a la
columna. ¡Cómo Os flageló aquella gente!... No quedó lugar alguno en Vuestro Maravilloso
Cuerpo que
no quedara destrozado bajo los golpes de los látigos. Otro cuerpo humano hubiese muerto
con menos golpes. La escena era terrible: ¡Huesos y Costillas podían verse! ¡Cuánta
furia desatada
contra el Hombre-Dios!
¡Oh, Jesús mío!, en memoria de aquellos crueles Tormentos que padecisteis por
nosotros antes de la Crucifixión, concededme, antes de morir, un verdadero
arrepentimiento de mis pecados,
que pueda satisfacer por ellos, haga una santa Confesión, Os reciba en la Santísima
Eucaristía y, así alimentada mi alma, pueda volar hacia Vos.
2.Segunda Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡O mi Salvador, y Redentor! Que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
3.Tercera Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Dueño de nuestra existencia!, Vos, que siendo el Creador del Universo, del Cielo y
de la Tierra, de ángeles y hombres, a quien nada puede abarcar ni limitar, y que todo lo
envolvéis y sostenéis con Vuestro Amoroso Poder, sin embargo Os dejasteis
matar por Vuestra Obra Maestra, el Hombre, para justificarlo ante Vos mismo.
Recordad cada Dolor sufrido, cada Tormento soportado por nuestro Amor, cuando los
judíos con enormes clavos taladraron Vuestras Sagradas Manos y Pies.
¡Qué espantosa escena se produjo cuando, con indescriptible crueldad, Vuestro
Cuerpo tuvo que ser estirado sobre la Cruz para que Vuestras Manos y Pies llegaran hasta
los agujeros previamente
abiertos en el madero! ¡Con cuánta furia agrandaron aquellas Heridas! ¡Cómo agregaron
dolor al Dolor cuando tuvieron que estirar Vuestros Sagrados Miembros violentamente en
todas direcciones!,
¡oh, Varón de Dolores!
Recordad cuando Vuestros Músculos y Tendones eran estirados sin misericordia,
Vuestras Venas se rompían, Vuestra Piel Virginal se desgarraba horriblemente y Vuestros
Huesos eran dislocados.
¡Oh, Cordero Divino!, en memoria de todo lo ocurrido en la Colina del Gólgota, Os
ruego me concedáis la Gracia de amaros y honraros cada día más y más. Amén.
4.Cuarta Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Divino Mártir de Amor!, ¡oh, Médico Celestial!, que Os dejasteis suspender en la
Cruz para que por Vuestras Heridas, las nuestras fueran curadas. Recordad cada una de
aquellas Heridas y
la tremenda debilidad de Vuestros Miembros, que fueron distendidos hasta tal punto que
jamás ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la Cabeza a los Pies erais todo Llaga,
todo Dolor,
todo Sufrimiento; erais una masa rota y sanguinolenta. Y aun así llegasteis, para
sorpresa de Vuestros verdugos, a suplicar a Vuestro Padre Eterno, Perdón para ellos
diciéndole: ¡Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen!
¡Oh, Cristo Bendito!, en memoria de esta gran Misericordia que tuvisteis ya que muy
bien pudisteis lanzar a todo aquel mundo malvado a los abismos infernales con un solo
Acto de Vuestra
Poderosa Voluntad, por aquella tan grande Misericordia que superó a Vuestra Divina
Justicia, concededme una contrición perfecta y la remisión total de mis pecados, desde
el primero hasta
el último, y que jamás vuelva a ofenderos. Amén.
5.Quinta Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido
al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra
Divinidad, habéis
vislumbrado la pre-destinación de aquellos que se salvarïan, mediante los méritos de
Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa
multitud de réprobos
que serían condenados por sus pecados; y Os Habéis quejado amargamente de esos
desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y
piedad y principalmente
por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo
en el Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte
tengáis misericordia
de mí. Amén.
6.Sexta Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido,
cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la
Cruz.
También, fuisteis
abandonado de todos Vuestros pari-entes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada
Madre. En Vuestra agonía, ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a
Vuestro fiel
discípulo, Juan, diciendo a María: "¡Mujer he aquí tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí tu
madre!"
Os suplico, O mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de
Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y
tribulaciones, tanto
corporales como espirituales, tened piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y
especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
7. Séptima Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Rey de Reyes!, ¡Fuente de Compasión que jamás se agota!, recordad cuando
sentisteis aquella tremenda Sed por las almas, que Os llevó a exclamar desde la Cruz:
"¡Tengo Sed!" Sí, no solamente
teníais Sed física, sino Sed insaciable por la Salvación de la Raza Humana.
Por este gesto de Amor por nosotros, Os ruego, ¡oh, Prisionero de nuestro amor!,
que inflaméis mi corazón con el deseo de tender siempre hacia la perfección en todos mis
actos, que extingáis
en mí la concupiscencia de la carne y los deseos de placeres mundanos. Amén.
8.Octava Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, constante Dulzura nuestra!, ¡oh, Deleite diario de nuestro espíritu!, por el sabor tan amargo de aquella hiel y vinagre que Os dieron a probar en lugar de agua, para aplacar Vuestra Sed física, Os suplico que aplaquéis mi sed por Vuestra Vivificadora Sangre y mi hambre por Vuestra Redentora Carne, ahora y siempre, y que no me falten en la Hora de mi muerte. Amén.
9.Novena Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judïos, dijisteis en voz alta que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Por ésta angustia, Os suplico, O mi Salvador, no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén
10.Décima Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar con amor puro todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino es amplio y agradable para todos aquellos que Os aman. Amén.
11.Undécima Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Jesús mío, Abismo Insondable de Misericordia!, Os ruego, en memoria de Vuestras
Heridas, las cuales penetraron hasta la Médula de Vuestros Huesos y hasta lo más
profundo de Vuestro Ser,
¡que me apartéis para siempre del pecado!, ¡que no Os ofenda más! Reconozco con bochorno
que soy un miserable pecador y que Os he ofendido ¡tantas veces! que temo que Vuestra
Divina Justicia
me condene.
No obstante, acudo presuroso a Vuestra Misericordia Infinita para que me escondáis
urgentemente en Vuestras Preciosas Llagas. Y así, ocultado de Vuestro indignado Rostro,
pueda Vuestro
Amante Corazón una vez más lavar mis culpas con Vuestra Sangre Liberadora. De esa forma,
Redentor nuestro, Vuestro Enojo e Indignación cesarán de inmediato. ¡Gracias, Señor!
Amén.
12.Duodécima Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Jesús, Eterna Verdad, Símbolo de la Perfecta Caridad y de la Unidad!, Os suplico
que Os acordéis de aquella multitud de laceraciones, de aquellas horribles Heridas que
Os hicimos la Humanidad
pecadora que queríais salvar. Estabais hecho un guiñapo humano, enrojecido por Vuestra
propia Sangre. ¡Qué inmenso e intenso Dolor padecisteis en Vuestra Carne Virginal por
Amor a nosotros!,
¡oh, Dulzura Infinita! ¿Qué podéis hacer que no hayáis ya hecho por nosotros? Nada
falta, todo lo habéis cumplido.
Ayudadme, ¡oh, Señor!, a tener siempre presente ante los ojos de mi espíritu un
fiel recuerdo de Vuestra Pasión, para que el Fruto de Vuestros Sufrimientos se vea
continuamente renovado
en mi alma y para que Vuestro Amor se agrande en cada momento más y más en mi corazón,
hasta que llegue aquel Feliz Día en que Os vea en el Cielo y sea Uno con Vos, que sois
el Tesoro y Suma
Total de todo gozo y bondad. Amén.
13.DécimaTercera Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis
sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas,
inclinasteis la Cabeza y dijisteis:
"Todo está consumado."
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que
tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente
perturbada y mi alma
sumergida en angustia. Amén.
14.Décima Cuarta Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡O Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!" Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, O Rey de los santos, confortadme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
15.Décima Quinta Oración
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
¡Oh, Vencedor de la Muerte!, ¡Vid Verdadera y Fructífera!, recordad aquel torrente de
Sangre que brotó de cada Parte de Vuestro Bendito Cuerpo, igual que la uva exprimida en
el lagar.
Desde el lugar de la Flagelación y a través de las calles de Jerusalén, por toda
aquella Vía Dolorosa hasta la Colina Sagrada, Vuestra Sangre derramada escribía las
Bellas Páginas de
la Historia del Corazón que más nos ama... ¡El Vuestro! Recordad cómo la Tierra,
agradecida pero a la vez espantada, recibía Vuestra Preciosa Sangre. Toda la Naturaleza,
de horror temblaba,
y los cielos se estremecían; los Ángeles y hasta los demonios se sorprendían ante
¡aquella increíble escena! ¡Todo un Dios moría! ¿Qué era aquello? ¿Qué sucedía? Aquel
primer Viernes Santo,
¡oh, Jesús!, ¡abríais el Cielo para la Humanidad pecadora!
Por tres largas Horas Vuestro Cuerpo colgó de la Cruz. Presentabais un aspecto
doliente, triste, todo lleno de Dolor. Vuestra Sangre: aún manando, recorriendo aquella
que ya se había
secado, que ya se había coagulado. Y a todo esto se adhirió el polvo y la tierra del
camino.... Qué tristeza y dolor padecieron María y Juan al contemplar Vuestros Cabellos
y Barbas, que
ahora daban la impresión de que estaban compuestos de alambres, llenos de Sangre y de
tierra. Vuestros Oídos y Nariz, tupidos estaban de Sangre. ¡Hasta Vuestros Ojos y Boca
sangraban! En
verdad que todos Vuestros Sentidos fueron atrozmente atormentados.
Así inclinasteis la Cabeza y entregasteis Vuestro Espíritu.... Entonces vino
Longinos y perforó Vuestro Costado, con tanta violencia que la punta de la lanza casi
sale por el otro Costado.
Vuestro Corazón, Os lo desgarraron, ¡oh, Jesús!, ese Corazón que ¡tanto nos ama! Y de
allí brotó Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Vuestro Cuerpo
era cual bulto
colgado, como un haz de mirra elevado en lo alto de la Cruz. La muy fina y delicada
Carne Vuestra fue destrozada, la Sustancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada, y disecada
la Médula de Vuestros
Huesos. Fue entonces que el Sol y las estrellas negaron su luz, hubo terremotos, y la
Naturaleza y los Elementos dieron amplio testimonio de que Aquel que negaron ¡era el
Hijo de Dios!
Por esta Amarga Pasión y por la Efusión de Vuestra Divina Sangre, Os suplico, ¡oh,
Dulcísimo Jesús!, que recibáis mi alma cuando esté sufriendo en la agonía de mi muerte.
16. Conclusión
¡O Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, O mi Señor para ti. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. V que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida sea digna de oración y que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaos para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén
Oraciones de Santa Brígida por 12 años
Promesas
1. El alma que las reza no sufrirá ningún Purgatorio.
2. El alma que las reza será aceptada entre los mártires como si hubiera
derramado su propia sangre por la fe.
3 El alma que las reza puede (debe) elegir
a otros tres a quienes
Jesús mantendrá luego en un estado de gracia suficiente para que se santifiquen.
(*)
4. Ninguna de las cuatro generaciones siguientes al alma que las reza se
perderá.
5. El alma
que las reza será consciente de su muerte un mes antes de que ocurra.
(*) Escribir los tres nombres (personas vivas) en un papel y guardarlo. Los nombres no se pueden cambiar.
Oración inicial
Oh Jesús, ahora deseo rezar la oración del Señor siete veces junto con el amor con que Tú santificaste esta oración en Tu Corazón. Tómala de mis labios hasta Tu Sagrado Corazón. Mejórala y complétala para que le brinde tanto honor y felicidad a la Trinidad en la tierra como Tú lo garantizaste con esta oración. Que esta se derrame sobre Tu santa humanidad para la glorificación de Tus dolorosas heridas y la preciosísima Sangre que Tú derramaste de ellas. Amén
1. La circunsición
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, Te ofrezco las primeras heridas, los primeros dolores y el primer derrame de Sangre como expiación de los pecados de mi infancia y de toda la humanidad, como protección contra el primer pecado mortal, especialmente entre mis parientes.
2. La agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco el intenso sufrimiento del Corazón de Jesús en el Huerto de los Olivos y cada gota de sudor de sangre como expiación de mis pecados del corazón y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.
3. La flagelación
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre de la flagelación como expiación de mis pecados de la carne y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y la preservación de la inocencia, especialmente entre mis parientes.
4. La coronación de espinas
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada cabeza de Jesús luego de la coronación de espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el reino de Cristo aquí en la tierra.
5. Cargando la cruz
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos en el camino a la cruz, especialmente la santa herida en su hombro y la preciosísima sangre como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de palabra, como protección contra tales pecados y para un verdadero amor a la cruz.
6. La crucifixión de Jesús
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco a Tu Hijo en la cruz, cuando lo clavaron y lo levantaron, las heridas en sus manos y en sus pies y los tres hilos de la preciosísima sangre que derramó allí por nosotros, las extremas torturas del cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su renovación no sangrienta en todas las santas misas de la Tierra, como expiación de todas las heridas contra los votos y normas dentro de las Órdenes, como reparación de mis pecados y los de todo el mundo, por los enfermos y moribundos, por todos los santos sacerdotes y laicos, por las intenciones del Santo Padre por la restauración de las familias cristianas, para el fortalecimiento de la Fe, por nuestro país y por la unión de todas las naciones en Cristo y su Iglesia, así como también por la diáspora.
7. La llaga del costado de Jesús
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria
Padre Eterno, acepta como dignas, por las necesidades de la Santa Iglesia y como expiación de los pecados de toda la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que manó de la herida del Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con nosotros. ¡Sangre de Cristo, el último contenido precioso de su Sagrado Corazón, lávame de todas mis culpas de pecado y las de los demás! ¡Agua del costado de Cristo; lávame totalmente de las penitencias del pecado y extingue las llamas del Purgatorio para mí y para todas las almas del Purgatorio! Amén.
Siete Dolores De Maria
Primer Dolor
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Segundo Dolor
La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Tercer Dolor
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Cuarto Dolor
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Quinto Dolor
La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Sexto Dolor
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Séptimo Dolor
El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Siete Domingos a San José
En Construcción
Introducción
La devoción a San José sigue los progresos de la devoción a la Santísima Virgen. Los fieles hijos de María han comprendido que nada podrían hacer de más agradable a su Divina Madre como honrar con un culto especial a su angélico Esposo. “María –dice el devoto y virtuoso Padre Faber- debe ser el primer objeto de nuestra devoción, San José el segundo”. Puede afirmarse que las prácticas en honor de este glorioso patriarca, modelo y protector de las almas interiores, están basadas en las costumbres y en los usos de una verdadera piedad.
Tanto en las alegrías que la Divina Providencia nos concede, como en las pruebas a que nos somete, conocemos a nuestros verdaderos amigos, a los que interesan realmente en lo que nos concierne. He aquí por qué la Santa Iglesia nos recuerda tan a menudo los misterios gozosos y dolorosos de Jesús, María y José. En efecto, cuando se ama de veras a alguno se toma una parte igual en todo lo que pueda alegrarle o afligirle. Por esta razón los fieles servidores de San José han adoptado con satisfacción la piadosa y devota práctica llamada la devoción de los SIETE DOMINGOS.
Oraciones a realizar en cada domingo Se empieza con el Acto de Contrición luego con la Meditación para cada domingo y el Ejemplo del día correspondiente , continua con el refuerzo de los 7 Dolores y Gozos de San José resumidos para cada domingo y por último las dos Oraciones a San José .
Acto de contrición
Oración inicial para cada Domingo
Dios y Señor mío, en quien creo y espero y a quien amo sobre todas las cosas; al pensar en lo mucho que habéis hecho por mí y lo ingrato que he sido a vuestros favores, mi corazón se confunde y me obliga a exclamar: Piedad, Señor, para este hijo rebelde, perdonadle sus extravíos, que le pesa de haberos ofendido, y desea antes morir que volver a pecar. Confieso que soy indigno de esta gracia, pero os lo pido por los meritos de vuestro Padre nutricio, San José… Vos, glorioso Abogado mío, recibidme bajo vuestra protección y dadme el favor necesario para emplear bien este rato en obsequio vuestro y utilidad de mi alma. Amén. Jesús, María y José.
Primer domingo
- La Santa comunión de este día se ofrecerá para dar gracias a San José por los servicios que prestó a Jesús y a María.
- La indulgencia plenaria se aplicará por las almas del Purgatorio que más amaron a este glorioso Patriarca.
Meditación primer domingo
Sobre los dolores y gozos de San José con motivo de la maternidad de María.
1. María y José, fieles a su voto de virginidad vivían como espíritus angélicos en su humilde morada de Nazaret. Sin embargo, Dios había operado en la augusta Virgen la grande obra de su poder y de su amor. El Espíritu Santo había descendido a Ella, y el Hijo del Altísimo se había encarnado en sus virginales entrañas. José ignoraba este misterio. ¡Cuál debió ser su asombre viendo a su esposa inmaculada hacerse madre! Era un fenómeno que él no podía explicarse. El Cielo le preserva, no obstante, de que formule la más leve sospecha sobre la fidelidad de la Reina de los corazones puros. José, como lo afirma San Agustín, había recibido directamente a María a su salida del templo y la había conducido de la casa de Dios a su propia morada.
José, según la expresión de San Pedro Crisóstomo, era el testigo de su inocencia, el guardián de su pudor y el apologista de su virginidad. José, aunque veía que María iba a ser Madre, advertía al mismo tiempo que ella conservaba radiante el destello de la Santa Virginidad, y que el fruto que llevaba en su seno no había alterado en manera alguna su angelical pudor.
Testigo de la pureza de los pensamientos de María, de la santidad de sus afecciones, del recato de sus modales, leía en sus miradas la prueba de su inocencia. Por esto, según opinión de San Juan Crisóstomo, José, no se fijó en las apariencias; prefirió proseguir en María un milagro de la gracia a creer en una debilidad de la naturaleza por parte de una criatura más que angelical. Además era José muy versado en las Santas Escrituras, las que meditaba continuamente: no podía, pues, ignorar que el Mesías debía nacer de una Virgen, y que había llegado el tiempo en que este misterio iba a cumplirse; y como era testigo de la santidad de María, creyó fácilmente que Ella solo podría ser la Madre del Libertador prometido, en atención a ser la más inmaculada de las vírgenes.
¿Quién soy yo, se decía a sí mismo, según el sentir de un gran número de Padres de la Iglesia, quién soy yo para osar tener cerca de mí, como esposa mía, a la Madre de mi Dios? ¡Cuán lejos estoy de ser bastante puro para vivir con la noble criatura! Ay de mí, Uza cayó herido de muerte por haber llevado con demasiada ligereza la mano sobre el Arca material del viejo Testamento, ¿qué me sucederá a mí si una sola vez faltase yo a la veneración debida a esta Arca de la Nueva Alianza, donde está encerrado el verdadero maná del cielo, y que contiene no solamente la ley sino al Divino Legislador mismo?Tales eran los sentimientos que llenaban el corazón del humilde José contemplando a María.
2. En tanto que José es presa de estas ansiedades, el Señor le envía un ángel para tranquilizarle. Las palabras que le dirige demuestran claramente que la humildad, la desconfianza de sí mismo, el temor reverencial, que es como el pudor del alma han motivado la resolución de este Santo Patriarca. En efecto, el Ángel Gabriel no le acusa, no le responde: al contrario, le tranquiliza y anima. No temáis José, le dice: NOLI TIMERE.
Palabras llenas de dulzura que son como una firmeza dada a la virtud medrosa y timorata. Son las mismas palabras que el arcángel había dirigido a María para liberarla de la turbación en que la sumió el anuncia de que iba a ser Madre de Dios, aunque hubiese consagrado su virginidad al Señor: NE TIMEAS, María. Así la misma frase que sirvió para tranquilizar y dar ánimo a María cuyo pudor virginal y tímido había experimentado una turbación grande, sirve también para calmar y confortar la humilde timorata de José.
Pero al decirle que no tema, el ángel se sirve de esta fórmula: José, hijo de David:JOSEPH, FILI DAVID, NOLI TEMERE . Estas palabras están llenas de misterios, dice San Juan Crisóstomo. Gabriel le llama por su nombre para inspirarle confianza, recordándole en su origen la promesa que Dios había hecho a David que el Mesías nacería de su raza, misterio inefable que se cumplía en aquel momento en María, descendiente como él de la tribu de David. San Fulgencio traduce así las palabras del ángel: José: María es vuestra legitima esposa y el Espíritu Santo es el que os ha hecho don de ella, quien ha obrado en su seno el misterio que os llena de temor santo. Pero este espíritu de amor no quiere romper el casto matrimonio que él mismo ha formado. Aun cuando haya hecho infinitamente más precioso el tesoro que os ha dado, no quiere por esto privaros de la dicha de poseerle. Dios, haciendo de María su Madre, no pretende que cese de ser vuestra esposa; al contrario, El la confía a vuestra piedad, a fin de que protejáis su honor y sustentéis a su Divino Hijo.
Las palabras del Ángel llenaron el corazón de José de una alegría inefable. Asegurado por entonces de manera de no poder poner en duda la dignidad incomparable de su santa esposa, su gozo fue tan grande, su contento tan perfecto, tan completo que hubiera podido decir a Dios como el Rey profeta: “Vuestras consolaciones han regocijado mi alma en proporción a la multitud de mis dolores. De este modo, un solo instante bastóle a Dios para apaciguar esta tempestad que agita el espíritu de José y hace renacer en él la más dulce tranquilidad. Esto sucede siempre en casos análogos, cuando el Alma está sometida a la Voluntad de Dios como debe estarlo. Por vuestra bondad, Señor, decía el Santo hombre Tobías, la calma sigue de cerca a la tempestad, y después de la aflicción y las lágrimas derramáis la alegría en los corazones.Resultados de búsqueda Resultados de la Web” ¡Qué poderoso motivo de paciencia y conformidad a la Voluntad del Señor
Ejemplo primer domingo
He aquí un hecho referido por autores muy graves y dignos de fe que prueba cuán agradable es a San José la consideración de sus principales dolores y gozos, que es lo que forman la devoción de los SIETE DOMINGOS, y cuán preciosas gracias procura a los que la practican con piedad. Dos padres franciscanos navegaban por las costas de Flandes, cuando se levantó una horrorosa tempestad que sumergió el buque con trescientos pasajeros que llevaba. La Divina Providencia dispuso que estos religiosos se amparasen en una de las tablas del buque sobre la cual se sostuvieron entre la vida y la muerte durante tres días, teniendo siempre el abismo debajo de ellos, que amenazaba tragarlos.
Siendo muy devotos de San José, llenos de confianza en su poderosa de protección se encomendaron a él como verdadera tabla de salvación y como benigna estrella que debía conducirlos al puerto. Apenas terminaron su plegaria, fueron atendidos: la tempestad cesó, el cielo se puso despejado y sereno la mar se calmó y la esperanza volvió a tener cabida en el fondo de sus corazones. Pero lo que colmó su alegría fue presentárseles un joven lleno de gracia y majestad quien, después de haberlos saludado bondadosamente se ofreció a servirles de piloto, lo que hizo con tanta facilidad, que al cabo de poco saltaban ya en tierra.
Allí los dos religiosos se arrojaron a los pies de su libertador y después de haberle declarado con afectuosas palabras su eterno agradecimiento, le rogaron encarecidamente que se dignasen decirles quien era: “Yo soy José, les respondió: si queréis hacer algo que me sea agradable, no dejéis pasar día sin rezar devotamente siete veces la oración dominical y la salutación angélica en memoria de los siete Dolores con que mi alma fue afligida, y en consideración a los siete Gozos con que mi corazón fue consolado en grado eminente durante el tiempo que pase sobre la tierra, viviendo con Jesús y María”.
Dichas estas palabras desapareció, dejándolos llenos de alegría y penetrados de un sincero deseo de honrar y servir durante toda la vida su glorioso protector.
En este suceso tan conmovedor encontramos poderosísimos motivos para admirar la fidelidad de San José en socorrer profundamente a los que le invocan, y para ensalzar su inefable bondad, que pide tan poco por tan grande beneficio por un bien tan grande como es la conservación de la vida.
Fieles servidores de San José que queréis ser agradable a vuestro protector y servirle según sus deseos, práctica establecida en su honor, después de que él mismo ha declarado de una manera formal cuán grata le es.
Figuraos que os dice como a aquellos pobres religiosos: Yo soy José, en quien debéis poner toda vuestra confianza; tengo el poder y la voluntad de asistiros en todas vuestras necesidades; Jesucristo mi hijo y la bienaventurada Virgen María, mi esposa nada me rehusarán de lo que les pediré por vosotros, honrad con amor la memoria de mis dolores y de mis gozos, y experimentaréis inefablemente los saludables efectos de mi ayuda en medio del borrascoso mar del mundo en que vivís y en el que sois continuamente asaltados por mil tentaciones y por toda suerte de prueba”. Piadosos devotos de San José, aceptad esta promesa y estad seguros que el mejor medio de alcanzar los favores de este gran Santo, es como él mismo lo ha declarado terminantemente, tomar parte en sus dolores y en sus gozos rezando con esta intención las oraciones aprobadas y enriquecidas por indulgencias por los Sumos Pontífices: Los sentimientos llenarán vuestro corazón meditando estos tiernos misterios serán uno de los más poderosos testimonios de amor que podéis tributar a San José, y le inclinarán inefablemente a protegeros durante vuestra vida, y sobre todo en la hora de la muerte.
(Récense los dolores y gozos con los padrenuestros)
Segundo domingo
- La Santa Comunión de este día se ofrecerá para dar gracias a San José por los favores que nos ha alcanzado.
- la indulgencia plenaria se aplicará por las almas del Purgatorio que tuvieron devoción especial a la Sagrada Familia.
Meditación segundo domingo
Sobre los dolores y gozos de San José en el nacimiento del Hijo de Dios en un establo.
1. El momento en que la Augusta Virgen María va a dar al mundo el Mesías prometido, desde tantos siglos, ha llegado. Es en vano que José pida para su angelical esposa un asilo a los habitantes de Belén; sólo recibe negativas y desdenes.
Así es como se cumple a la letra el pasaje del Evangelio:“El Hijo de Dios ha venido en medio de los suyos, y éstos se han negado a recibirle”. José se ve precisado a guarecerse en un establo abandonado; allí es donde quiere nacer el Hijo del Eterno para morar entre los hombres ¡Qué dolor tan inmenso para el corazón de José viendo al Divino Niño asimilado a los animales, echado como ellos sobre un poco de paja húmeda y fría, en la estación más rigurosa del año! ¡Cómo resonaría hasta en lo más íntimo de sus entrañas de padre, el primer lamento del Salvador ocasionado por sus sufrimientos! ¡Cuán dulces y amargas fueron las lágrimas que mezcló a las que el Niño Dios derramaba ya por nuestras faltas!
2. José prosternado con la frente en el polvo, adora al recién nacido como a su Dios; le reconoce a pesar de su anonadamiento y su debilidad por el Creador del Cielo y de la tierra, por el Salvador y Redentor del mundo, le ofrece su corazón, sus fuerzas, su vida entera, y le da mil gracias por haberle escogido entre todos para servirle de padre.
Y para colmo de su alegría, María le presenta a su Divino Niño que Dios confía a su ternura; José le recibe de rodillas, le estrecha con tanto respeto como amor sobre su corazón, le baña de lágrimas, le cubre de besos, le ofrece al Padre Eterno como rescate de su pueblo esperanza y alegría de Israel, y le deposita de nuevo en los brazos de su querida Madre como el único altar bastante puro para recibirle.¡Oh! Cómo olvida las fatigas y las angustias de la víspera cuando oye a los ángeles celebrar con cánticos armoniosos el nacimiento de Aquél que él podría llamar su Hijo más rico que todos sus antepasados, en medio de sus privaciones posee el más precioso tesoro del cielo; ante su gloria se eclipsa toda la de su regia estirpe. El podía contemplar con sus ojos, estrechar contra su corazón al Emmanuel que David saludaba de lejos en sus proféticos aciertos como su Señor y su Dios; iba a pasar su vida con Aquel que sus antepasados habían deseado con tanto ardor ver la aparición. ¿Qué gloria no queda eclipsada en presencia de esta gloria? ¿Qué dicha no desaparecerá ante esta felicidad?
Así es como Dios forma en el corazón tan puro de José una inefable mezcla de alegría y de pena, de gozo y de dolor; pero el dolor no turba su gozo y la alegría nada quita a la amargura de su pena, porque la una y la otra proceden de un mismo principio y el amor que le hace gozar, le hace también padecer.
Ejemplo segundo domingo
La priora de un convento de religiosas escribe el siguiente caso: Una de nuestras hermanas religiosas, de edad de 28 años, que había gozado siempre de cabal salud, fue atacada hace ocho meses de un mal a la garganta que le hizo perder enteramente la voz, extendiéndose muy largo hasta el estómago. Una opresión continua y pesada, dolores violentos en el pecho y en las espaldas, una suma debilidad, todo eso demostró ser una enfermedad de pecho el mal de nuestra hermana, el cual declararon los médicos no tenía remedio. No desconfiamos por eso; acudimos a San José, y poniendo en el él toda nuestra confianza le consagramos repetidas novenas, sin que se advirtiera ninguna mejoría en la pobre enferma.
Como estaba tan débil que no podía andar llevamos en procesión a la enfermería la venerable imagen de San José, acompañándola con cirios encendidos; y allí empezamos la devoción de los SIETE DOMINGOS , tan agradables al poderoso San José, para que nos obtuviese la curación que tanto deseábamos, durante la sétima semana la enferma padecía mucho, estaba triste, y nosotras también porque fundadamente temíamos que bien pronto nos dejaría.
No obstante, el domingo siguiente mostró deseos de ir al coro para asistir a la bendición del Santísimo, lo que efectuó con mucha pena sostenida por nosotras, y llegando allí sin poder respirar. En el acto de la bendición quiso seguir a las otras religiosas en el canto de un himno lo que hizo con voz apagada. Este era el momento escogido por el Esposo de María para demostrarnos su poderosa intercesión.
Encontré a la enferma que salía del coro y toda conmovida me dijo: “Puedo hablar con voz clara”, y volviendo al coro con nosotras se puso a rezar con fuerte acento unas letanías a San José. Todas estábamos a su alrededor, pasmadas, escuchando aquella voz que ocho meses hacía no habíamos oído, y dirigíamos mil preguntas a nuestra querida hermana, admirando en ella los dichosos efectos de la protección de nuestro amado Padre.
Libre de toda opresión, no hallaba palabras para expresarnos lo que sentía y desde entonces, vuelta a su estado normal, practica todos los actos de comunidad.
(Récense los dolores y gozos con los padrenuestros)
Dolores y gozos de san josé
Primer dolor y gozo
La maternidad de María
¡Oh castísimo Esposo de María! me compadezco de las terribles angustias que padeciste cuando creíste deber separarte de tu esposa inmaculada, y te felicito por la alegría inefable que te causó saber de boca de un ángel el misterio de la encarnación. Por este dolor y gozo te pido consueles nuestras almas en vida y muerte, obteniéndonos la gracia de vivir como cristianos y morir santamente en los brazos de Jesús y de María.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Segundo dolor y gozo
El nacimiento de Jesús en el establo
¡Oh felicísimo Patriarca, que fuiste elevado a la dignidad de padre putativo del Verbo encarnado! Te compadezco por el dolor que sentiste viendo nacer al Niño Jesús en tanta pobreza y desamparo; y te felicito por el gozo que tuvisteis al oír la suave melodía con que los ángeles celebraron el nacimiento, cantando “Gloria a Dios en las alturas”. Por este dolor y gozo te pido nos concedas oír, al salir de este mundo, los cánticos celestiales de los ángeles en la gloria.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Tercer dolor y gozo
La circuncisión del niño Jesús
¡Oh, modelo perfecto de conformidad con la voluntad divina! Te compadezco por el dolor que sentiste al ver que el Niño Dios derramaba su sangren en la circuncisión; y me gozo del consuelo que experimentaste al oírle llamar Jesús. Por este dolor y gozo te pido nos alcances que podamos vencer nuestras pasiones en esta vida y morir invocando el dulcísimo nombre de Jesús.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Cuarto dolor y gozo
La presentación del niño Jesús en el templo
¡Oh fidelísimo Santo, a quien fueron confiados los misterios de nuestra redención! Te compadezco por el dolor que te causó la profecía con que Simeón anunció lo que habían de padecer Jesús y María; y me gozo del consuelo que te dio el mismo Simeón profetizando la multitud de almas que se habían de salvar por la Pasión del Salvador. Te suplico por este dolor y gozo nos alcances ser del número de los que se han de salvar por los méritos de Cristo y por la intercesión de su Madre.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Quinto dolor y gozo
La huida a Egipto
¡Oh custodio vigilante del Hijo de Dios humanado! Me compadezco de lo mucho que padeciste en la huída a Egipto, de las grandes fatigas de aquella larga peregrinación y de lo que te costó el poder atender a la subsistencia de la Sagrada Familia en el destierro; pero me gozo de tu alegría al ver caer los ídolos por el suelo cuando el Salvador entraba en Egipto. Por este dolor y gozo te pido nos alcances que huyendo de las ocasiones de pecar, veamos caer los dolos de los afectos terrenos y no vivamos sino para Jesús y María, hasta ofrecerle nuestro último suspiro.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Sexto dolor y gozo
El retorno a Nazaret
¡Oh glorioso San José, ángel de la tierra que viste con admiración al Rey del Cielo sujeto a tus disposiciones! Si tu consuelo, al volverte de Egipto, fue alterado con el temor al Rey Arqué lao, tranquilizado después por el Ángel viviste alegre con Jesús y María en Nazaret. Por este dolor, y gozo alcánzanos a tus devotos que, libre nuestro corazón de temores nocivos, gocemos de tranquilidad de conciencia, vivamos seguros con Jesús y María y muramos teniéndolos a nuestro lado.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Séptimo dolor y gozo
La pérdida y hallazgo de Jesús en el tempo
¡Oh modelo de santidad, glorioso San José! Te compadezco por el dolor que sentiste al perder al Niño Dios sin poderle hallar en tres días, y te doy el parabién por la alegría con que lo encontraste en el templo. Por este dolor y gozo te pido nos alcances la gracia de no perder jamás a Jesús por el pecado; y si por desgracia lo llegamos a perder, sírvanos tu intercesión por las lágrimas de la penitencia, y vivir unidos con El hasta el último aliento de nuestra vida.
Padre Nuestro y Avemaría y Gloria.
Los siete dolores y gozos de san josé
1. Terrible dolor y espanto tenéis viendo embarazada a tu Esposa Inmaculada, siendo vos tan Justo y Santo.
Más en tan grande aflicción, aquel mismo, que os desvela, por un Ángel os revela la admirable Encarnación.
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
2. O que profunda tristeza tuvisteis en el Portal, mirando a Dios inmortal nacido en tanta pobreza!
Pero en tan gran desconsuelo el Padre Eterno este día, con Angélica armonía paz y gloria os dio en el suelo.
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
3. En la cruel Circuncisión, al ver Sangre derramada, fue Vuestra Alma atravesada, contemplando en la pasión.
Pero este dolor profundo, con el nombre de Jesús, se volvió gozosa luz, viendo al Salvador del mundo.
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
4. La Sagrada Profecía del Santo Simeón Profeta, fue penetrante saeta, que el corazón os partia.
Mas viendo a Dios tan humano, recibisteis alegría, porque ya el mundo tenía el remedio en vuestra mano.
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
5. O que grande sentimiento Tuvisteis huyendo a Egipto Por librar a Dios Bendito De Herodes cruel y sangriento!
Mas oh que grande consuelo Tuvisteis viendo arruinados Los ídolos derribados Al entrar el Rey del Cielo!
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
6. O que tremenda agonía Cuando de Egipto volvéis, porque de nuevo teméis De Arquelao la tiranía
Más oh con cuanta alegría El Ángel os saludó Y a Nazareth os mandó ir con Jesús y María
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
7. O que dolor tan de Padre Aquel del niño perdido, Que casi os quito el sentido Viendo afligida a la Madre
Ya todos estos dolores Se vuelven en alegría, Pues juntos Vos y María Le hallasteis entre doctores.
O fidelísimo Esposo, la esperanza en Vos ponemos, y humildes os ofrecemos este Dolor y Gozo.
Antífona
Tenía Jesús al empezar su vida pública cerca de treinta años y aún se le creía hijo de José.
V. ¡Oh San José! Ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración Final
Oh Dios, que con providencia inefable te dignaste elegir al bienaventurado San José por esposo de tu Madre te rogamos nos concedas que merezcamos tener en los cielos por intercesor a quien en la tierra veneramos por protector, Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.
Dos oraciones a San José
Primera oración
Patrono de la Iglesia Universal (Para cada domingo) Castísimo José, esposo de María: me gozo de veros elevado a tan sublime dignidad y adornado de tan heroicas virtudes. Por los dulcísimos ósculos y estrechísimos abrazos que diste al Divino Jesús, os suplico me admitáis en el número de vuestros siervos.
Proteged a las vírgenes y alcanzadnos a todos la gracia de conservar la pureza de cuerpo y de alma.
Amparad a los pobres y a los afligidos por la pobreza y amargas angustias que padecisteis en compañía de Jesús y María en Belén, Egipto y Nazaret; y haced que sufriendo con paciencia nuestros trabajos, merezcamos el eterno descanso.
Sed protector de los pobres y esposos para que vivan en paz y eduquen en el Santo temor de Dios a sus hijos.
Dad a los sacerdotes las virtudes que corresponden a su estado para tratar dignamente el Cuerpo de Jesús Sacramentado. A los que viven en comunidad inspiradles amor a la observancia religiosa.
A los moribundos asistidlos en aquel trance supremo, pues tuviste la dicha de morir en los brazos de Jesús y de María.
Tended vuestra mano protectora a toda la Iglesia, pues habéis sido declarado por el Vicario de Cristo Patrono de la Iglesia Universal.
Y pues libraste al Hijo de Dios del furor de Herodes libra a la Iglesia, Esposa tuya, del furor de los impíos y alcanzad que se abrevien los días malos y vengan la serenidad y la paz. Así sea.
Segunda oración
Compuesta y escrita por Su Santidad León XIII (Para cada domingo) A Ti recurrimos en nuestra tribulación, Bienaventurado José, y después de implorar el socorro de tu Santísima Esposa, pedimos también confiadamente tu patrocinio.
Por el afecto que te unió con la Inmaculada Virgen Madre de Dios y por el amor paternal con que trataste al Niño Jesús, te rogamos nos auxilies para llegar a la posesión de la herencia que Jesucristo nos conquistó con su sangre, nos asistas con tu poder y nos socorras en nuestras necesidades.
Proteged, oh prudentísimo Guardián de la Sagrada Familia, a la raza elegida de Jesucristo; presérvanos, oh Padre amantísimo, de toda mancha de error y corrupción; muéstratenos propicio y asístenos de lo alto del Cielo, oh poderosísimo Libertador nuestro, en la batalla que estamos librando contra el poder de las tinieblas; y así como libraste al Niño Jesús del peligro de la muerte, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra la acechanza del enemigo y contra toda adversidad.
Concédenos tu perpetua protección a fin de que animados por tu ejemplo y tu asistencia podamos vivir santamente, piadosamente morir y alcanzar la eterna beatitud del Cielo. Amén.
Su Santidad León XIII ha concedido una indulgencia de siete años y siete cuarentenas por cada vez que se rece devotamente esta devoción. (Decretos de 15 Agosto de 1889 y 21 Septiembre del mismo año)
Coronilla De La Misericordia
Oración Inicial (opcional): "Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y un mar de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh! fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros" (Diario, 1319).
Padre Nuestro Avemaría Credo
Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea Tu nombre, venga Tu reino
hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada dia
y perdona nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre Señor.
Amén
Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia
el Señor es Contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de Tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Credo
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
y en Jesucristo, Su único Hijo
Señor nuestro, que fué concebido por obra del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen, padeció bajo Poncio Pilato,
Fué crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos y a l tercer día
resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre Todopoderoso.
Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica
la comunión de los Santos, el perdón de los pecados
la resurrección de los muertos y la vida eterna.
Amén
Luego con las cuentas del rosario normal se rezan 5 decenas. Cada decena en las cuentas grandes se comienza diciendo:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los pecados del mundo entero."
Y en las cuentas pequeñas del rosario se responde:
"Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero". (diez veces)
Al terminar las cinco decenas se dice tres veces:
"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero."
Al último, ésta Jaculatoria y la oración final:
(Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.)
Oración Final (opcional ): "Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia en sí Mismos. Amén" (Diario, 950).
Concluir con la Señal de la Cruz. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
Las promesas de Jesús para quien rece el Rosario de la Divina Misericordia
"Reza incesantemente este rosario que te he enseñado. Quienquiera que lo rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte".
"Por medio de este rosario obtendrás todo lo que me pides, si lo que me pides está de acuerdo con Mi voluntad"
"Cuando un pecador, por más grande que sea, rece este rosario con confianza y amor, llenaré su corazón de paz."
"Quiero que Mis sacerdotes recomienden el rezo de este rosario como última esperanza de salvación, por los pecadores"
"Cuando se rece este rosario al lado de un moribundo, me pondré entre Mi Padre y el alma del agonizante como un Redentor Misericordioso."
"Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen este rosario; las entrañas de Mi Misericordia se estremecen por quienes lo rezan".
"Hija Mía, me son muy agradables las palabras de tu corazón y por el rezo del rosario de la Misericordia acercas a Mí a la humanidad entera".
"Hija Mía, anima a las almas a rezar el rosario de la Misericordia que te he enseñado. A quienes lo recen les daré lo que me pidan. Cuando lo recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz... Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado defraudada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad".
(De las revelaciones de Jesús a Santa Faustyna Kowalska).
No cabe más clara manifestación de cercanía y disposición de acoger en Su seno a toda la humanidad. Jesús se desborda en Misericordia, especialmente con aquellos que estando alejados de Él, vuelven a Él sus ojos y su corazón, aquellos que habiéndole ofendido regresan arrepentidos a Sus brazos. Siempre los encontrarán abiertos como los de una madre, no para reprender ni castigar, sino para abrazar y estrechar al hijo contra Su corazón, cubrirlo de ternura y de besos y darle todos los tesoros de Su casa. Ésa es la esencia del Padre y ésa es la misión del Hijo. Ser Misericordioso como Su Padre Celestial es Misericordioso. Sólo pide confianza en Su Palabra y abandono en Su Misericordia.
Coronilla De La Sangre Preciosa De Jesus
En la cruz: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen
Oración al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos: Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que animados y guiados por este mismo espíritu, aprendamos a obrar rectamente siempre, y gocemos de la dulzura del Bien y de Sus divinos consuelos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Credo de los apóstoles: Creo en dios padre...
(Inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
En la cuenta blanca: Padre nuestro...
En las cuentas rojas: Ave María... (3 veces)
Gloria al Padre...
En la cuenta blanca:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
Primer Misterio
La mano derecha de Nuestro Señor Jesús, es clavada.
Oración: ¡Por la Preciosa Llaga de Tu Mano Derecha, y por el dolor causado por el clavo que la atravesó, la Preciosa Sangre que brota de ella, salve a los pecadores del mundo y convierta muchas almas! Amén
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
Padre nuestro... Ave maría...
En las 12 cuentas rojas:
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
Al terminar: Gloria al Padre
En la cuenta blanca:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
Segundo Misterio
La mano izquierda de Nuestro Señor Jesús, es clavada.
Oración: ¡Por la Preciosa Llaga de Tu Mano izquierda, y por el dolor causado por el clavo que la atravesó, la Preciosa Sangre que brota de ella, libere almas del Purgatorio y proteja a los moribundos de los ataques de los espíritus infernales! Amén.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
Padre nuestro... Ave maría...
En las 12 cuentas rojas:
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
Al terminar: Gloria al Padre
En la cuenta blanca:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
Tercer Misterio
El Pie derecho de Nuestro Señor Jesús, es clavado.
Oración: ¡Por la Preciosa Llaga de Tu Pie derecho y por el dolor causado por el clavo que lo atravesó, la Preciosa Sangre que brota de ella, cubra los cimientos de la Iglesia Católica contra los planes del reino oculto y los hombres malignos! Amén.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
Padre nuestro... Ave maría...
En las 12 cuentas rojas:
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
Al terminar: Gloria al Padre
En la cuenta blanca:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
Cuarto Misterio
El Pie izquierdo de Nuestro Señor Jesús, es clavado.
Oración: ¡Por la Preciosa Llaga de tu Pie izquierdo, y por el dolor causado por el clavo que atravesó, la Preciosa Sangre que brota de ella nos proteja en todos nuestros caminos de los planes y ataques de los espíritus malignos y sus agentes! Amén.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
Padre nuestro... Ave maría...
En las 12 cuentas rojas:
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
Al terminar: Gloria al Padre
En la cuenta blanca:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
Quinto Misterio
El Sagrado Costado de Nuestro Señor Jesús, es traspasado.
Oración: ¡Por la Preciosa Llaga de tu Sagrado Costado, y la herida causada por la lanza que lo traspasó, la Preciosa Sangre y Agua que brotan de ella, sane a los enfermos, levante a los muertos, solucione nuestros problemas presentes, y nos muestre el camino para llegar a la eterna Gloria de nuestro Dios! Amén.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
Padre nuestro... Ave maría...
En las 12 cuentas rojas:
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
Al terminar: Gloria al Padre
Conclusión:(inclinando la cabeza)
¡Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de Nuestro Señor Jesucristo, Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento, y Luz del Cielo y de la tierra, nos cubra ahora y siempre! Amen.
L: ¡Sangre Preciosa de Jesucristo!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
(tres veces)
La Salve: Dios te salve Reina y Madre
Oremos: Oh, Preciosísima Sangre de Jesucristo, te alabamos y te adoramos por Tu obra de eterna alianza que trae paz a la humanidad. Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús. Consuela al Padre Todopoderoso en Su trono y lava los pecados del mundo entero. Que todos te reverencien. Oh Preciosa Sangre, ten misericordia. Amén.
L: Sacratísimo Corazón de Jesús
R: Ten misericordia de nosotros
L: Inmaculado Corazón de María
R: Ruega por nosotros
L: San José, esposo de María
R: Ruega por nosotros
L: Santos Pedro y Pablo
R: Rueguen por nosotros
L: San Juan al pie de la Cruz
R: Ruega por nosotros
L: Santa María Magdalena
R: Ruega por nosotros
L: Todos los guerreros de la oración e intercesores del Cielo
R: Rueguen por nosotros
L: Todos los grandes santos de Nuestro Señor
R: Rueguen por nosotros
L: Todas las huestes celestiales, Legión Angélica de María
R: Rueguen por nosotros
Letanías de la Preciosa Sangre de Jesucristo
L: ¡Señor ten piedad de nosotros!
R: ¡Señor ten piedad de nosotros!
L: ¡Cristo ten piedad de nosotros!
R: ¡Cristo ten piedad de nosotros!
L: ¡Señor ten piedad de nosotros!
R: ¡Señor ten piedad de nosotros!
L: ¡Cristo escúchanos!
R: ¡Cristo escúchanos benignamente!
L: Dios Padre Celestial
R: ¡Ten piedad de nosotros!
L: Dios Hijo Redentor del mundo
R: ¡Ten piedad de nosotros!
L: Dios Espíritu Santo
R: ¡Ten piedad de nosotros!
L: Santísima Trinidad, un solo Dios
R: ¡Ten piedad de nosotros!
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo, la Sangre de Salvación!
R: ¡Sálvanos a nosotros y al mundo entero!
R:/ Libéranos
Océano de la Sangre de Jesucristo, R:/.
Sangre de Jesucristo llena de santidad y compasión, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, nuestra fortaleza y poder, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, alianza eterna, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, fundamento de la fe cristiana, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, armadura de Dios, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Divina caridad, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, flagelo de los demonios, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, auxilio de los que están atados, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Sagrado Vino, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Poder de los cristianos, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, defensora de la fortaleza católica, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, verdadera fe cristiana, R:/.
R:/ Sálvanos
Sangre Preciosa de Jesucristo, Sangre sanadora, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Sangre ungidora, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, fortaleza de los hijos de Dios, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, comandante de los guerreros cristianos, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Sangre de la Resurrección, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, bebida de los Ángeles del Cielo, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, consuelo de Dios Padre, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, poder del Espíritu Santo, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, circuncisión de los gentiles, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, paz del mundo, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, luz del Cielo y de la tierra, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, arco iris en el Cielo, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, esperanza de los niños inocentes, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Palabra de Dios en nuestros corazones, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, arma celestial, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Divina Sabiduría, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, cimiento del mundo, R:/.
Sangre Preciosa de Jesucristo, Misericordia del Padre, R:/.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Lava los pecados del mundo!
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Purifica al mundo!
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Enséñanos cómo consolar a Jesús!
Oración:Oh, Sangre Preciosa, salvación nuestra, creemos, esperamos y confiamos en Ti Libera a todos aquellos que están en las manos de los espíritus infernales, te suplicamos. Protege a los moribundos de las obras de los espíritus malos y acógelos en la gloria eterna. Ten misericordia del mundo entero, y fortalé- cenos para adorar y consolar al Sagrado Corazón de Jesús. Te adoramos, oh Preciosa Sangre de Misericordia. Amén.
L: ¡Oh Preciosísima Sangre de Jesucristo!
R: ¡Sana las heridas en el Sacratísimo Corazón de Jesús!
(3 veces).
Consagración A La Sangre Preciosa De Jesucristo
(Rezar diariamente meditando)
Consciente de mi nada y de Tu Sublimidad, Misericordioso Salvador, me postro a Tus pies,
y Te agradezco por la gracia que has mostrado hacia mi, ingrata criatura.
Te agradezco especialmente por liberarme, mediante Tu Sangre Preciosa, del poder
destructor de satanás. En presencia de mi querida Madre María, mi Ángel Custodio, mi
Santo patrono
y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente, con corazón sincero, oh
queridísimo Jesús, a tu Preciosa Sangre, por la cual has redimido al mundo del pecado,
de la muerte
y del infierno.
Te prometo, con la ayuda de tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la
devoción a Tu Sangre Preciosa, precio de nuestra redención, a fin de que Tu Sangre
Adorable sea
honrada y glorificada por todos. De esta manera, deseo reparar por mi deslealtad hacia
Tu Preciosa Sangre de Amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres
cometen en
contra del Precioso Precio de su salvación.
¡Oh, si mis propios pecados, mi frialdad y todos los actos irrespetuosos que he
cometido contra Ti, oh Santa y Preciosa Sangre, pudieran ser borrados! He aquí, querido
Jesús, que
te ofrezco el amor, el honor y la adoración que tu Santísima Madre, tus fieles
discípulos y todos los santos han ofrecido a tu Preciosa Sangre. Te pido que olvides mi
falta de fe y frialdad
del pasado, y que perdones a todos los que te ofenden.
¡Oh Divino Salvador, rocíame a mí y a todos los hombres con tu Preciosa Sangre, a
fin de que te amemos, oh Amor Crucificado, de ahora en adelante con todo nuestro
corazón, y que
dignamente honremos el Precio de nuestra salvación! Amén.
Bajo Tu amparo nos acogemos, Santa Madre de
Dios, no
desprecies las súplicas que te hacemos en
nuestras
necesidades, antes bien, líbanos de todos
los peligros, ¡oh
Virgen Gloriosa y Bendita!
Doce Promesas De Nuestro Señor Jesucristo A Quien Devotamente Rece El Rosario A La Preciosa Sangre.
1) Yo prometo proteger de los ataques del maligno a quien devotamente rece este rosario.
2) Yo preservaré sus cinco sentidos.
3) Yo lo protegeré de una muerte súbita.
4) Doce horas antes de su muerte, beberá Mi Sangre Preciosa y comerá Mi Cuerpo.
5) Veinticuatro horas antes de su muerte, le mostraré Mis cinco Llagas, para que
sienta un profundo arrepentimiento de todos sus pecados y tenga perfecto conocimiento de
ellos.
6) Quien rece es rosario como novena, conseguirá lo que pide. Su oración será
contestada.
7) Yo realizaré muchos milagros maravillosos a través del rezo de este Rosario.
8) A través de ésta oración, destruiré muchas sociedades secretas y liberaré muchas
almas atadas, por medio de Mi Misericordia.
9) A través de este Rosario, liberaré muchas almas del Purgatorio.
10) Yo le mostraré Mi camino a quien honre Mi Preciosa Sangre con este Rosario.
11) Yo tendré Misericordia de aquellos que tengan misericordia de Mis Preciosas
Llagas y Sangre.
12) Quienquiera que enseñe esta oración a otra persona, ganará una indulgencia por
cuatro años.
Oraciones En Latin
Pater Noster
Pater Noster, qui es in caelis,
sanctificétur nomen Tuum,
adveniat Regnum Tuum,
fiat volúntas tua,
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum
da nobis
hódie,
et dimitte nobis débita nostra,
sicut et nos dimittímus
debitóribus
nostris,
et ne nos indúcas in tentationem,
sed libera nos a malo.
Ave Maria
Ave María,
gratia plena,
Dominus tecum,
benedicta tu in muliéribus,
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei,
ora pro nobis peccatoribus,
nunc et in ora mortis
nostrae.
Amen.
Gloria
Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc et
semper,
et in saeccula saeculorum,
amen.
Credo
Credo in unum Deum,
Patrem omnipoténtem,
factórem caeli et terrae,
visibílium óminum et invisíbilium.
Et in unum Dóminum Iesum Chrustum
Filium Dei unigénitum.
Et ex Patre natum ante ómnia saécula.
Deum de Deo, lumen de lúmine,
Deum
verum de Deo vero.
Géntium, non factum, consubtantialem Patri:
per quem ómnia facta sunt.
Qui propter nos hómines
et propter nostram salútem descéndit de caelis
Et
incarnatus est de Spíritu Sancto
ex María Vírgine et homo factus est.
Crucifixus étiam pro
nobis:
sub Póntio Piláto passus et sepúltus est.
Et resurréxit tértia die, secúndum
scripturas.
Et ascédit in caelum: sedet ad déxtram Patris.
Et íterum ventúrus
est cum glória
inducáre vivos et mortuos:
cuius regni non erit finis.
Et in Spíritum
Sanctum,
Dóminum et vivificántem:
qui ex Patre et Filióque prócedit.
Qui cum Patre
et Filio
simul adorátur et conglorificátur;
qui locútus est per Prophétas.
Et unam sanctam catholicam
et apostólicam Ecclésiam.
Confíteor unum
baptisma
in remissiónem peccatórum.
Et exspécto resurrectiónem mortuórum.
Et
venturi saéculi. Amén
Salve Regina
Salve, Regina, mater misericordiae;
vita dulcendo et spes nostra, salve.
Ad te
clamamus, exules, filii Evae.
Ad te suspiramus,
gementes et flentes
in hac
lacrimarum
valle.
Eia ergo advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos
ad nos
converte.
Et Iesum,
benedictus fructus ventris tui,
nobis post hoc
exsilium ostende.
O clemens, O pía,
O dulcis Virgo María.
Anima Christi
Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria
me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu,
exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste
maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis
laudem te
in saecula saeculorum.
Amen.
Adoro te Devote
Adoro te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor
meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum deficit.
Visus, tactus, gustus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur.
Credo
quidquid dixit Dei Filius;
Nil hoc verbo Veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen
credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thoma, non intueor;
Deum tamen meum te confiteor.
Fac me tibi
semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!
Panis vivus, vitam praestans homini!
Praesta
meae menti de te vivere
Et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine.
Cuius una
stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere
Iesu, quem velatum nunc aspicio,
Oro fiat illud quod tam sitio;
Ut te
revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae.
Amen."
Te Deum
Te Deum laudamus:
te Dominum confitemur.
Te aeternum Patrem
omnis terra
veneratur.
Tibi omnes Angeli;
tibi caeli et universae Potestates;
Tibi Cherubim et Seraphim
incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus,
Sanctus, Dominus
Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra
maiestatis gloriae
tuae.
Te
gloriosus Apostolorum chorus,
Te Prophetarum laudabilis numerus,
Te Martyrum
candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum
sancta confitetur
Ecclesia,
Patrem immensae
maiestatis:
Venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
Tu Rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem,
non
horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti
credentibus
regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.
Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni:
quos
pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.
V.
Salvum fac
populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
R. Et rege eos, et extolle illos
usque in aeternum.
V. Per singulos dies benedicimus te.
R. Et laudamus nomen
tuum in saeculum,
et in saeculum saeculi.
V. Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
R. Miserere nostri, Domine, miserere nostri.
V. Fiat misericordia tua, Domine, super
nos, quedammodum
speravimus in te.
R. In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum
Magnificat
Magnifícat anima mea Dóminum et exsutávit spíritus meus in Deo salutári meo. Quia
repéxit humilitátem ancíllæ suæ: ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes,
quia fecit mihi magna qui potens est: et santum nomen ejus, et misericórdia ejus a
progénies timéntibus eum.
Fecit poténtiam in bráchio suo: dispérsit supérbos mente cordis sui: Depósuit
poténtes de sede, et exaltávit húmiles. Esuriéntes impévit bonis: et diívites dimísit
inánes. Suscépit Israël
puérum suum recordátus misericordiæ suæ, sicut locútus est ad patres nostros, Abraham et
sémini ejus in sæcula. Amen
San Miguel Arcángel
Sancte Míchaël Archángele, defénde nos in prælio, contra nequítiam et isídas diábolo esto præsídium. Imperet illi Deus, súpplice deprecámur: tuque, Princeps milítiæ cæléstis, Sátanam aliósque spíritus malígnos, qui ad merditiónem animárum pervagántur in mundo, divína virtúte, in inférnum detrúde. Amen
San Benito
Crux Sancti Patris Benedicti
Crux Sacra Sit Míhi Lux
Non Dráco Sit Míhi Dux
Váde Rétro Sátana!
Númquam Suáde Míbi Vana
Sunt Mála Quaë Lébas
Ipse
Venena Bibas.
Más Oraciones
Coraza de san patricio
Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza,
la invocación de la Trinidad,
Por
medio de creer en sus Tres
Personas,
Por medio de confesar la Unidad,
Del Creador de la Creación.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo,
Por
medio de la fuerza de Su
crucifixión y su sepulcro,
Por medio de la fuerza de Su resurrección y
asunción,
Por medio de la fuerza de Su
descenso para juzgar el mal.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del amor de Querubines,
En obediencia de
Ángeles, En servicio de
Arcángeles,
En la esperanza que la resurrección encuentra recompensa,
En oraciones
de Patriarcas,En palabras de
Profetas,
En prédicas de Apóstoles, En inocencia de Santas Vírgenes,
En obras de
hombres de bien.
Me levanto hoy
Por medio del poder del cielo:
Luz del sol,
Esplendor del
fuego,
Rapidez del
rayo,
Ligereza del viento,
Profundidad de los mares,
Estabilidad de la
tierra,
Firmeza de la roca.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza de Dios que me conduce:
Poder de Dios que
me sostiene,
Sabiduría de
Dios que me guía,
Mirada de Dios que me vigila,
Oído de Dios que me
escucha,
Palabra de Dios que habla por
mí,
Mano de Dios que me guarda,
Sendero de Dios tendido frente a mí,
Escudo de
Dios que me
protege,
Legiones de Dios para salvarme
De trampas del demonio,
De tentaciones
de vicios,
De cualquiera
que me desee mal,
Lejanos y cercanos,
Solos o en multitud.
Yo invoco éste día todos estos poderes entre mí y el malvado,
Contra despiadados
poderes que se opongan a mi
cuerpo y alma,
Contra conjuros de falsos profetas,
Contra las negras leyes de los
paganos,
Contra las falsas
leyes de los herejes,
Contra obras y fetiches de idolatría,
Contra encantamientos
de brujas, forjas y
hechiceros,
Contra cualquier conocimiento corruptor de cuerpo y alma.
Cristo escúdame hoy
Contra filtros y venenos, Contra quemaduras,
Contra
sofocación, Contra heridas,
De tal
forma que pueda recibir recompensa en abundancia.
Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí, Cristo a
mi diestra,
Cristo a mi
siniestra,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de
cada hombre que piense en
mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me
mira,
Cristo en cada oído que
me escucha.
Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza, la invocación de la Trinidad,
Por
medio de creer en sus Tres
Personas,
Por medio de confesar la Unidad,
Del Creador de la Creación.